Discursos en ceremonias académicas

Primera ceremonia anual de graduación 2012, 31/8/2012

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia anual de graduación.

Señora Directora General de ORT Uruguay, autoridades nacionales y de instituciones amigas, autoridades y académicos de nuestra universidad, señores Amigos de ORT, queridos graduados y graduadas y sus familias, a todos les doy la más cordial bienvenida en este día inolvidable.

Queridos padres y abuelos aquí presentes. Ha sido una gran responsabilidad para nosotros formar a sus hijos y nietos. Esperamos haber estado a la altura de sus expectativas que son nuestras obligaciones.

ORT Uruguay cumple 70 años en 2012. Son 70 años de actividad educativa ininterrumpida. Desde nuestros orígenes en 1942 como escuela técnica, mucho ha cambiado en ORT y en el mundo, pero nuestra misión y nuestro espíritu son los mismos. Somos una institución privada pero con una misión pública que es expandir las oportunidades educativas de los uruguayos y contribuir a la modernización de nuestro país. Nuestro compromiso es apoyar en toda la extensión de nuestras posibilidades a los uruguayos que lo necesiten, a conquistar su autonomía y su dignidad a través de una educación productiva porque no hay peor forma de marginación que la ignorancia.

Festejamos nuestro cumpleaños de la mejor manera que sabemos, inaugurando una nueva biblioteca que espero que visiten próximamente. Es una gran inversión en la calidad de nuestra educación, un aporte a la cultura de nuestra ciudad y una obra de amor que fue liderada personalmente por nuestra Directora General. También festejamos nuestro cumpleaños derrumbando la muralla China. Esta semana hemos recibido el primer contingente de estudiantes universitarios chinos de la Universidad Harbin en lo que constituye el primer intercambio académico de una universidad de ese país con una universidad uruguaya.

ORT Uruguay surgió como un movimiento popular fundado por un grupo de judíos uruguayos para ayudar a judíos europeos que huían de las persecuciones nazis. Desde su inicio fue una institución abierta a todos, inspirada en valores judíos universales como la centralidad del aprendizaje. Como dice el Talmud: “nadie es pobre excepto el que carece de conocimientos. Una vez que una persona posee conocimientos, ¿de qué carece? Y si una persona no adquiere conocimientos, ¿qué posee?”.

En el judaísmo la riqueza implica la obligación de ayudar a los más necesitados y la filosofía de la filantropía es transformativa. No apunta a que las personas sobrevivan en la pobreza, sino a que las personas se vuelvan autónomas. Por eso la forma más elevada de la filantropía es preparar a las personas para trabajar. Y ese es justamente el espíritu histórico de ORT, empoderar a las personas a través del conocimiento.

En la filosofía judía la educación es más que un derecho, es una obligación. Educar y educarse son mandatos que todos los ciudadanos deben cumplir, no son solo derechos que pueden reclamar. Es famoso el relato del rabino Hillel que fue de Babilonia a Jerusalén a estudiar. Como un día llegó tarde a clase no lo dejaron entrar y para no incumplir con su obligación se trepó a la claraboya y vio la clase desde la claraboya. Al otro día cuando llegaron los alumnos se sorprendieron que era de mañana pero el salón estaba oscuro. Cuando miraron para arriba vieron a Hillel que se había congelado durante la noche por la nieve en la claraboya. Es una metáfora poderosa sobre el compromiso sobre el aprendizaje y que todavía resuena en la cultura de nuestros días. Por ejemplo un señor que se llama Sergio Brin que fundó una pequeña empresa que se llama Google, relató que una vez volvió a su casa desde el liceo y le contó a su padre que su grupo había ganado 7 de los 10 premios nacionales de matemática y se quedó esperando las felicitaciones correspondientes. La respuesta del padre fue, “¿y qué pasó con los otros 3 premios?”. Según Brin esta clase de compromiso infatigable con el aprendizaje estuvo en el corazón de la creación de su ahora famoso algoritmo de búsqueda.

Según la ley judía la educación de los hijos es una obligación tan central como alimentarlos y vestirlos. Por extensión una sociedad que no educa adecuadamente a sus ciudadanos, no está solo negándoles un derecho cívico, está incumpliendo con una doble obligación moral: la de educarlos y la de impedir que en el futuro esos mismos ciudadanos puedan cumplir con la obligación de educar a sus hijos. Por lo tanto las carencias educativas no solamente nos afectan hoy, sino que crean una cadena de fracaso moral y dependencia de largo alcance hacia el futuro.

Quisiera reflexionar con ustedes sobre por qué es tan importante el día de hoy, el día de su graduación. La graduación es un momento importante porque es una medida de nuestra fortaleza interior, de nuestra resiliencia frente a las dificultades. Esta graduación puede ser para muchos de ustedes su primera gran conquista personal, obtenida en base a su esfuerzo y a su talento. Esperemos que hayan encontrado en ORT un ámbito fértil para cultivar sus inquietudes, que se hayan sentido siempre escuchados y estimulados a superarse.

A partir de ahora ustedes son parte de una minoría privilegiada, la de los más educados de la sociedad, y los privilegios implican responsabilidades. Recuerden siempre que vivimos en sociedad y que nuestro bienestar está íntimamente ligado al de nuestros conciudadanos. Recuerden que el éxito individual no es sostenible cuando hay personas excluidas de las oportunidades de aspirar a una vida mejor. Como dijo el gran escritor Elie Wiesel, uno de los grandes mandamientos de la Biblia no está entre los famosos diez, que tienen el problema de que son muy difíciles de cumplir. Ese mandamiento es que “no permanecerás indiferente a las necesidades de los demás”.

Nuestra misión no es solo impartir conocimientos, porque hoy el conocimiento es cada vez más de libre acceso. Las personas no se diferencian por saber un poco más que otro, se diferencian por cómo aplican ese conocimiento. Hemos sido exitosos si además de aprender las profesiones que eligieron han incorporado valores. Valores como que sólo debemos diferencias a las personas por sus virtudes y sus capacidades, y que los individuos somos responsables de nuestros actos y no debemos conformarnos con menos de lo que realmente podemos brindar.

La medida de nuestro éxito no son solo sus conquistas profesionales aunque esperamos que sean muchas, es su conducta como personas y su aporte a la sociedad. Sean ambiciosos en sus iniciativas, porque desde un país pequeño debemos pensar en grande. Sean exigentes con ustedes mismos, porque es un prerrequisito para poder exigir a los demás. Dialoguen siempre en busca de la verdad no en busca de imponer sus puntos de vista, porque sólo los fanáticos creen poseer la verdad. Continúen siempre aprendiendo, porque en la sociedad del conocimiento valemos por lo que sabemos, no por lo que tenemos.

Les espera una era muy distinta. Nunca antes hubo tantas oportunidades para que personas cada vez más jóvenes puedan saltear jerarquías, lanzar emprendimientos audaces y proyectarse mucho más lejos de su punto de origen social, cultural, económico o geográfico. Gracias a la primacía del conocimiento como recurso y a la interconectividad global ustedes pueden conquistar el mundo desde Uruguay, pueden desplegar su talento y su ambición desde nuestro país, pueden llegar tan lejos como quieran sin abandonarnos. Estamos en un punto de inflexión en nuestro país, en el cual los más educados como ustedes pueden hacer la diferencia entre estancarnos o alcanzar el desarrollo que merecemos. Uruguay los necesita. Triunfen desde Uruguay y ayuden a triunfar a nuestro país.

Para terminar, permítanme compartir algunas reflexiones sobre nuestro país. Estamos en un momento histórico que puede ser el paso anterior a transformarnos en una sociedad desarrollada. Pero cuando observamos más allá del crecimiento del PBI nos surgen dudas, porque el desarrollo no es solo una cuestión de números, el desarrollo es una cuestión de actitud. El PBI solo muestra la capacidad de una economía para crear riqueza, pero no muestra para qué se usa esa riqueza.

En particular me preocupa el empobrecimiento cultural de nuestra sociedad, tan visible en los resultados educativos, en la calidad del debate público y en nuestra deteriorada convivencia. Como dijo García Lorca en 1931: “Yo critico a los que solamente hablan de éxitos económicos sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales. Está bien que todos los hombres coman por supuesto, pero también que todos los hombres sepan, porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado. Yo tengo mucho más lástima de un hombre que quiere saber … que de un hambriento, porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente, pero un hombre que tiene ansias de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía”.

El desarrollo de un país no pasa solo por el crecimiento económico, porque el desarrollo no es la ausencia de pobreza. El desarrollo implica expandir las opciones de los ciudadanos para vivir la vida de la manera que valoran y que los valoriza. Paradójicamente, en la era del conocimiento en nuestro país estamos viviendo una valorización retórica de la educación, pero una desvalorización efectiva del conocimiento, que queda subordinado en el discurso público a prejuicios, ideologías u opiniones infundadas. Debemos recuperar el respeto por el conocimiento como parte del respeto por nosotros mismos. La ignorancia y la exhibición de la ignorancia no puede ser parte de la cultura de un país orgulloso.

Como dijo Vaz Ferreira hace más de 100 años “peor que ignorar es ignorar que se ignora, y peor que ignorar que se ignora, es creer que se está firme sobre la verdad”. Como ciudadanos y graduados universitarios, sean incrédulos, no acepten afirmaciones infundadas, exijan evidencia, coherencia y honestidad intelectual, evalúen resultados, no admitan que nuestra vida en sociedad sea regulada por la ignorancia y la improvisación. Las políticas públicas no se pueden basar en eslóganes y opiniones de la misma manera que no aceptaríamos que se basen en la magia negra o en la lotería.

Nos cuesta imaginar como sociedad un Uruguay distinto al del pasado. Todo nos aparece condicionado indefectiblemente a su formato histórico, aunque ya no sea conveniente o viable. Toda sociedad necesita su memoria, pero la memoria debe servir para iluminar nuestras opciones de futuro no para restringirlas a las del pasado. La memoria debe servir para orientar continuamente la brújula ética de una sociedad.

Hace unos días tuvimos un penoso ejemplo de carencia de memora ética cuando el Comité Olímpico Internacional rehusó dedicar un minuto, de los 23 000 minutos que duran los Juegos Olímpicos, para recordar a los atletas asesinados durante los Juegos Olímpicos de 1972, que de paso recordemos estaban en el mismo dormitorio que los uruguayos. La muerte tocó en la puerta de al lado, literalmente.

Toda sociedad necesita su memoria, pero la construcción del futuro es un ejercicio de equilibrio entre memoria e imaginación. La imaginación sin memoria puede ser un sueño psicodélico, pero la memoria sin imaginación lleva correr en círculos siempre en el mismo lugar.

Dar el paso siguiente hacia el desarrollo requiere de nosotros un cambio cultural. Como dice el gran historiador Bernard Lewis, cuando las sociedades encuentran problemas pueden plantearse dos preguntas diferentes: una es “¿qué hicimos mal?”, la otra es “¿quién nos hizo esto?”. Esta última lleva siempre a buscar culpables externos, a lamentarse en lugar de buscar soluciones. Nuestra cultura ha estado históricamente dominada por la búsqueda de responsables externos. Aún entre nosotros mismos, los uruguayos hemos internalizado esta teoría del explotador externo, el campo se siente incomprendido por la ciudad y viceversa, los activos por los pasivos, la sociedad civil por el Estado. En esta perspectiva de “locus externo” el desarrollo es un juego de suma cero en el cual la ganancia de uno es siempre la pérdida de otro. Por eso el éxito es visto con sospecha entre nosotros ya que si alguien ganó necesariamente alguien tuvo que perder. Nos cuesta concebir la real posibilidad de que todos puedan ganar y ninguna sociedad puede genuinamente desarrollarse integralmente sin internalizar esta concepción de creación “virtuosa” de riqueza.

Señores graduados y graduadas, permítanme terminar felicitando nuevamente a ustedes y sus familias. Este es un gran día para todos, compartamos juntos nuestra alegría por su graduación y trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Uruguay. Ustedes pueden hacer la diferencia con su acción, con su actitud, con su ejemplo para construir un país que se proyecte a un mundo que lo reconozca con la grifa “creado en Uruguay” y que esa grifa sea un símbolo de inteligencia, de calidad y de innovación.

Sigan su camino pero sepan que ORT siempre será su casa.

¡Muchas gracias!