Discursos en ceremonias académicas

Segunda ceremonia anual de graduación 2011, 28/10/2011

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

Señora Directora General de ORT Uruguay, autoridades nacionales, autoridades de instituciones amigas, autoridades y académicos de nuestra universidad, señores Amigos de ORT, queridos graduados y graduadas y sus familias, a todos les doy la más cordial bienvenida en esta ocasión inolvidable. Queridos padres y abuelos, ha sido una gran responsabilidad para nosotros formar a sus hijos y nietos. Esperamos haber estado a la altura de sus expectativas. Hemos hecho siempre nuestro mejor esfuerzo y hemos tratado de aprender junto con ellos cada vez más sobre cómo enseñar.

ORT cumple en 2011 ciento treinta y un años de actividad ininterrumpida en el mundo. Somos una institución privada pero con una misión pública, que es expandir las oportunidades educativas de los uruguayos y ayudar a la modernización de nuestro país. Brindar oportunidades a través de la educación está en nuestro ADN, ya que ORT surgió como un movimiento de defensa de los derechos humanos de los judíos, que debido a la discriminación racial imperante en Rusia en el siglo XIX, tenían restricciones para ingresar a las escuelas del estado. Desde su inicio ORT fue un movimiento abierto a todos, inspirado en valores judíos universales como el mandato imperativo de ayudar a los demás, "reparar el mundo", y en especial la centralidad del aprendizaje. Como dice el Talmud: "nadie es pobre excepto el que carece de conocimientos. Una vez que una persona posee conocimientos, ¿de qué carece? Y si una persona no adquiere conocimientos, ¿qué posee?".

Muchas cosas cambiaron desde que ORT abrió su primera escuela en San Petersburgo en 1880, pero nuestro espíritu sigue siendo el mismo. ORT fue fundado en el Uruguay como una escuela técnica y orgullosamente seguimos cultivando el valor de la tecnología como aplicación del conocimiento a las necesidades humanas. La filosofía de ORT fue siempre buscar la superación personal a través de una educación productiva que valoriza a la persona ante sí misma y ante la sociedad, una filosofía basada en superarse a partir de uno mismo y no en el conflicto con los demás. ORT se ha dedicado siempre a ayudar a las personas a vivir una vida digna a través de sus conocimientos y eso es lo que seguimos haciendo 131 años después.

Cada año con la dirección de nuestra Directora General, producimos una agenda que además es una reflexión. En este año recuerda las enseñanzas de Janusz Korczak, un gran educador judío que publicó una obra pedagógica pionera en las primeras décadas del siglo XX. El Dr. Korczak tenía un trabajo peligroso en la década del 40, dirigía un orfanato en el Guetto de Varsovia. Durante la ocupación alemana su trabajo se hizo cada vez más riesgoso y más difícil. Finalmente llegó la hora del fin, los ocupantes decidieron deportar a todos los niños del orfanato. El Dr. Korczak recibió una propuesta de salvarse pasando a la clandestinidad, pero él no estuvo dispuesto a abandonar a los niños. Cuando llegó la hora, el Dr. Korczak estaba preparado y marchó en ordenada fila junto a sus alumnos hasta la estación del tren que los trasladó al campo de exterminio de Treblinka. Allí fue asesinado junto con ellos.

Esperemos que ninguno de nosotros tenga que enfrentar nunca una opción moral de esta magnitud inconmensurable. Este gran educador sigue siendo una fuente de inspiración, pero no por cómo murió sino por su obra. El Dr. Korczak nos dice y coincidimos plenamente: "Un buen educador no impone, libera, un buen educador no tira de nadie sino que levanta, no dicta sino que enseña, no exige sino que pregunta".

La graduación es un momento importante porque es una medida de nuestra fortaleza interior, de nuestra resiliencia frente a las dificultades. Más de una vez durante su carrera seguramente tuvieron que enfrentar dudas vocacionales, exámenes perdidos, compañeros que abandonan los equipos, pero siguieron adelante. Por eso están hoy acá. Y esta graduación es quizás para muchos de ustedes su primera gran conquista personal, una conquista obtenida en base a su esfuerzo y a su talento, no por sus riquezas o sus conexiones. Esperemos que hayan encontrado en ORT un ámbito fértil para cultivar sus inquietudes intelectuales, que se hayan sentido siempre escuchados por sus profesores, que se hayan sentido siempre estimulados y exigidos a superarse, que los hayamos ayudado a desarrollar su potencial. Hemos sido exitosos si además de aprender las profesiones que eligieron, han incorporado valores que los guíen en su razonamiento moral. Valores como que sólo debemos diferenciar a las personas por sus virtudes y capacidades, que los individuos somos responsables de nuestros actos y omisiones y que no debemos conformarnos con menos de lo que podemos rendir. La medida de nuestro éxito como universidad no son sólo sus conquistas profesionales, aunque esperamos que sean muchas, sino también su conducta como personas y como ciudadanos y su aporte a nuestra sociedad.

A partir de ahora ustedes son parte de una minoría privilegiada, la de los más educados del Uruguay. Recuerden siempre que nuestro bienestar está íntimamente ligado al de nuestros conciudadanos porque vivimos en comunidad. Recuerden siempre que no hay éxito individual sostenible cuando hay personas excluidas, por eso su educación no debe tener como única finalidad brindarle ventajas personales, sino también contribuir a una sociedad más eficiente, más íntegra y más integradora.

Sean ambiciosos en sus iniciativas, porque desde un país chico hay que pensar en grande. Sean exigentes con ustedes mismos, porque la realización personal se basa siempre en el deber cumplido, no en los beneficios obtenidos. No se dejen conducir por slogans y estereotipos, porque en su capacidad crítica estará siempre su libertad. Dialoguen siempre en busca de la verdad no en busca de imponer un dogma, sea cual sea. Continúen siempre aprendiendo porque en la sociedad del conocimiento valemos por lo que sabemos, no por lo que tenemos.

Tengan en cuenta en esta nueva etapa que comienzan que el trabajo no es sólo un generador de ingresos sino una búsqueda personal, una búsqueda de sentido, de realización profesional y de integración a la vida adulta. Prepárense para un nuevo mundo donde están cambiando los paradigmas culturales. Este nuevo mundo se caracteriza por la aceleración de los acontecimientos, la conectividad y la colaboración. Desde Wikipedia hasta la Plaza Tahrir vemos conductas humanas impredecibles e incontrolables que se auto organizan, y eventos históricos que se producen en menos tiempo de lo que en nuestro país creamos una comisión para decidir quién va a integrar una comisión.

Prepárense para los cambios en los paradigmas productivos. Estamos entrando en una era de automatización en la cual el trabajo repetitivo cada vez más será realizado por máquinas "inteligentes" y móviles. Ahora hay autos que se manejan solos, aviones sin piloto, programas que redactan noticias automáticamente, asistentes para el uso del teléfono, búsquedas flexibles o sistemas de recomendación que aprenden. Todo esto significa que en el futuro que les va a tocar vivir a ustedes, cada vez más los trabajos genuinos requerirán el tipo de valor que surge de lo que no se puede automatizar, es decir del aporte creativo, de la flexibilidad, de la iniciativa ante lo incierto y lo inesperado, de todo aquello que nos define como humanos.

Les espera una era profesional muy distinta a las anteriores generaciones, pero también llenas de oportunidades. Nunca hubo tantas oportunidades para personas cada vez más jóvenes de saltear jerarquías, de lanzar emprendimientos novedosos y audaces y de proyectarse mucho más allá de su punto de origen, llámese punto de origen geográfico, social, cultural, económico, étnico o lo que fuera. Le preguntaron una vez al Sr. Mark Zuckerberg si era cierto que con 25 años había rechazado un cheque por mil millones de dólares por su empresa. "No es cierto, tenía 21 años", fue la respuesta.

En los próximos años va a ser su momento de definir el país en que quieren vivir. Estamos en un momento histórico con un crecimiento inédito que puede ser el paso anterior a transformarnos en una sociedad desarrollada. Pero nos surgen dudas, sobre si en nuestro país existe una estrategia o si sólo aceleramos porque estamos "con viento a favor" y mientras dure ese "viento a favor".

Después de varios años de crecimiento, la producción exportable se ha vuelto más basada en commodities que en la década anterior. Sólo 2% de nuestras exportaciones tienen un alto contenido tecnológico, las energías renovables, el triple play y la televisión digital siguen siendo promesas. El sistema educativo público es más ineficiente y desigual que nunca. Menos del 10% de los uruguayos culminaron estudios universitarios. En lugar de invertir en la infraestructura humana, digital y física que necesitamos para desarrollarnos, estamos gastando nuestros ingresos extraordinarios en intentar recrear un estado de bienestar que ya no existe, ni siquiera los países europeos que lo inventaron, algo que nuestro Presidente debe haber visto en su reciente visita.

La filantropía estatal basada en empleos sub productivos, subsidios incondicionales y tolerancia a la informalidad, no soluciona la marginación ni la desigualdad. Por el contrario, las perpetúa, porque la desigualdad en el largo plazo no es de ingresos, es de capacidades y de oportunidades. Porque el desarrollo no es la ausencia de pobreza, el desarrollo implica expandir las opciones de los ciudadanos de vivir la vida de las maneras que valoran y que los valoran frente a los demás. Lo fundamental para ofrecer esas opciones es crear las capacidades humanas necesarias para participar de la vida en sociedad, en especial educar. Para eso tenemos que cambiar y reformar. Recuerden lo que dijo Darwin: "cuando el ritmo del cambio externo es mayor que el interno, la extinción es inminente".

Reformar implica optar. Esto parece fácil cuando optamos entre valores que consideramos legítimos y otros que no. Por ejemplo a nadie le cuesta optar entre dictadura y democracia, pero requiere más coraje moral optar entre valores que consideramos legítimos pero que son mutuamente excluyentes. Por ejemplo, un acceso más rápido y más barato a Internet beneficiaría notoriamente a ciudadanos y empresas uruguayas y sería el paso lógico después de equipar a todos los alumnos del Uruguay con computadoras, pero esto no es posible mientras exista un monopolio en las telecomunicaciones. Sin embargo el monopolio es una disposición legal aceptada por muchos uruguayos, así que tenemos dos valores legítimos: hay que optar. Otro ejemplo. Todas las investigaciones internacionales muestran que para mejorar un sistema educativo lo más importante es seleccionar quiénes van a ser profesores. Hay que seleccionar a los mejores graduados de secundaria para que elijan el profesorado, pero esto colisiona con un valor muy querido por los uruguayos como es el acceso irrestricto a la educación superior. Otra vez hay que optar.

Esto es lo que señalaba Isaíah Berlin, profesor de Oxford y uno de los más importantes filósofos del siglo XX. Berlin decía que "estamos condenados a elegir". Según Berlín elegir no es sólo deseable sino inevitable para tener un pensamiento coherente. Sin elección no hay acción posible. Reformar no implica sólo optar sino también actuar. Tenemos una obsesión en nuestro país por las palabras y las leyes. Pero hablar no es lo mismo que actuar y legislar no es sinónimo de resolver. Por más que se vote por unanimidad en ambas cámaras, no se puede volver ilegal las faltas de ortografía ni multar a los que no entienden el teorema de Pitágoras.

Debemos adoptar una ética de la acción en la cual actuar y arriesgar sean conductas valoradas y la inacción y la omisión moralmente censuradas. Los líderes no deben exhortar porque no son predicadores, deben ejecutar. La persuasión es un apoyo para la acción, pero no un sustituto para ella. Esperar a tener apoyos unánimes para hacer reformas puede ser una excusa para no actuar, no hace falta un mega acuerdo partidario para darse cuenta que se requiere acción urgente en la educación. El apoyo a las grandes reformas debe surgir como consecuencia de sus resultados, no como una condición para hacerlas. Como graduados ustedes pueden ayudar a que la sociedad conozca lo que está en juego. Pueden ayudar a explicar que no existen soluciones mágicas "a la uruguaya" para prosperar sin cultivar y retener talentos, sin facilitar la generación de innovaciones, sin crear una cultura de cumplimiento y de acción, sin cerrar la brecha educativa entre los más pobres y los más ricos.

Para terminar quiero contarles una pequeña anécdota. Hace dos semanas estaba en el auto esperando a mi hijo y leyendo en un iPad y se me acercó un niño cuida coches a pedir una moneda. Al acercarse me preguntó qué tipo de aparato era el iPad. Le contesté que es una computadora. Nos quedamos mirando y agregué: "es como la que te dieron en la escuela por el Ceibal". Nos quedamos mirando, ninguno de los dos muy convencidos, pero se quedó pensando, se olvidó de la moneda y se fue. Al rato volvió y me dijo que él no sabía para qué usar la computadora que le habían dado. Le dije que yo mucho tampoco pero le comenté que la uso para leer los diarios, estar en contacto con otras personas y buscar información.

A la semana siguiente estaba parado yo en el mismo lugar y volvió el mismo chico y me dijo que había empezado a usar su computadora para leer sobre fútbol argentino, mirar videos de los "Wuachiturros" y que de paso encontró información sobre el Bicentenario que había leído por primera vez porque en su casa no hay ni libros ni revistas. Nos quedamos conversando. Aproveché para regalarle una versión de Scratch, que es un lenguaje de programación que estoy aprendiendo con la ayuda de la Dra. Inés Kereki para usar con mi hijo y le mostré para qué servía. De paso le comenté que yo no lograba programar que el arquero saltara como yo quería en la pantalla. A la semana siguiente otra vez encontré al mismo chico porque voy siempre al mismo lugar. Se le iban todos los coches sin dejar monedas porque estaba sentado en el cordón de la vereda con su computadora, distraído. Cuando me vio me dijo que yo era un burro y me explicó cómo se programa el salto del golero. Le agradecí, nos quedamos mirando otra vez. Cuando el niño de escuela le enseña al Rector de la universidad todo es posible. Ese es el país que me quiero imaginar.

¡Muchas gracias!