Discursos en ceremonias académicas

Segunda ceremonia anual de graduación 2008, 18/11/2008

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

Dr. José Braun, Presidente de ORT Uruguay, señora Directora General, autoridades de nuestra universidad, autoridades de instituciones colegas, decanos, profesores, graduados, familiares. Me complace mucho darles hoy la bienvenida a esta ceremonia. Este es un gran momento que queremos compartir porque cierra una etapa de sus vidas y abre otra. La graduación es uno de sus más importantes logros personales, refleja un esfuerzo personal e indelegable, un mérito propio que como el afecto no se puede comprar y que nadie les va a poder quitar.

Nos alegra ver a tantos padres, madres y familiares aquí presentes. Nos sentimos honrados y muy responsables por su confianza al depositar en nosotros sus años de estudio. Elegir carrera y universidad es una de las decisiones más trascendentes de los jóvenes y sus familias. Esperamos que hayan disfrutado y aprovechado su tiempo en ORT, que recuerden todo lo bueno y olviden gradualmente lo que los pueda haber frustrado o irritado. Y les pedimos comprensión por las carencias que pueda haber habido y ayuda para seguir aprendiendo cómo enseñar cada vez mejor.

Cuando escuché hablar a los graduados que en este momento están empezando su carrera profesional me sentí muy orgulloso. Estamos formando ciudadanos del mundo, en muchos casos políglotas, con profesiones portables, capaces de desempeñarse con éxito en cualquier parte del mundo. Pero nuestro desafío como ciudadanos es pensar en los demás jóvenes del Uruguay. Cuando salgamos del Solís miremos como a otro ciudadano a la persona que cuida el auto, al que lava los vidrios, a los que recogen basura… Si queremos tener una oportunidad como país, todos ellos tienen que tener su oportunidad. Hoy en día, bajo un discurso de estado de bienestar, en realidad estamos rápidamente creando una sociedad fragmentada, de castas, donde hay brahmines educados y por otro lado intocables que no tienen una educación competitiva y cuyo futuro va a estar limitado durante toda su vida a trabajos repetitivos de bajos salarios.

Una lección contemporánea presencié la semana pasada cuando estuve en Estados Unidos, justamente durante las elecciones norteamericanas. Cuando por abrumadora mayoría los norteamericanos eligieron a un joven afroamericano como su presidente. El Sr. Obama, más allá de su etnicidad, viene de un hogar monoparental, de escasos recursos y tiene sólo 47 años. A pesar de todas estas limitaciones alcanzó lo que parecía imposible. Sin duda es un hombre de inteligencia, energía y audacia sobresalientes. Pero además tuvo una gran oportunidad en su vida, fue alumno de Harvard, lo que seguramente fue uno de los factores que estableció la diferencia en su vida. Guardando todas las proporciones y según los rankings internacionales, ORT es el Harvard de Uruguay, así que ustedes pueden ser los próximos Obamas. Y por lo tanto ser ustedes en el futuro la nueva generación que nuestro país necesita, de líderes políticos, científicos, culturales, empresariales. Inténtenlo con toda su energía y confianza que están preparados para ello.

Nos los voy a dejar ir sin encargarles un obligatorio. Fíjense metas ambiciosas, sean exigentes con ustedes mismos que es el prerequisito para poder exigirle a los demás. Ejerzan con integridad moral y ética sus profesiones ya que una sociedad próspera se tiene que basar en la confianza. Comprométanse con el bienestar de los más necesitados porque la solidaridad y la existencia de oportunidades son imperativos éticos, pero además condiciones para la prosperidad de un país moderno.

Continúen siempre aprendiendo, haciendo cursos, postgrados, quizás enseñando que es una gran forma de aprender. Y por sobre todas las cosas, y acá los miro a todos a los ojos a pesar de que me ciega la luz, denle una chance al Uruguay antes de irse. No se resignen a lo que nuestro país ofrece hoy. Sean parte de un movimiento nacional para embarcar al país en una vía de futuro ambicioso, generador de oportunidades. Exijan como jóvenes que tienen derecho a ello a las elites nacionales que les ofrezcan nuevas oportunidades, que pospongan sus ambiciones personales o sectoriales, que zanjen diferencias, que asuman riesgos para cambiar nuestro país.

En este punto quisiera retrotraerme unos 65 años. Les quiero leer una frase de Winston Churchill en la Universidad de Harvard en 1943. Fíjense que es un año muy especial, mientras él hablaba en Harvard estaban ocurriendo los bombardeos sobre Londres en la segunda guerra mundial, y aún así él encontró el tiempo para decir lo siguiente: “Todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento y solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos. Cómo buscar a los jóvenes que tengan la capacidad y asegurarse que se queden en sus países. Los otros países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, con una historia fantástica, pero probablemente no se queden ni siquiera con la misma bandera, ni con las mismas fronteras ni mucho menos con prosperidad”. Esto lo dijo Winston Churchill en 1943 y yo creo que en gran medida se aplica hoy en día a nuestros países de América Latina.

En este nuevo mundo la competencia crítica es por el talento. Los insumos principales no son el capital ni los recursos naturales, sino la aplicación productiva del conocimiento. Los principales recursos son ustedes, las personas educadas, talentosas y emprendedoras. Esas inversiones que estamos desesperadamente buscando en el exterior, van a venir cuando podamos mostrar al mundo que Uruguay es una cantera de talentos. Cuando mostremos que generamos, retenemos y atraemos talentos.

El conocimiento y las personas talentosas son recursos muy móviles como nuestro país está duramente aprendiendo. Es decir, a diferencia de las praderas o del petróleo, el talento y los talentosos se pueden ir a otro lado donde los traten mejor. Hay innovadores y emprendedores adentro de muchos uruguayos, pero deben ser liberados de las restricciones educativas, culturales y legales que hoy en día los restringen. Los que se van, en gran medida y especialmente en los últimos años, no se van en busca de dinero, se van en busca de libertad para crear, para arriesgar y para triunfar. Las nuevas generaciones, que hoy empiezan a ser formadas con el plan Ceibal, no van a querer ser obreros forestales u oficinistas de oficinas públicas. Vamos a tener que pensar en nuevos modelos productivos o el efecto del Ceibal y de otros esfuerzos educativos van a generar aún más emigración.

Nuestra sociedad, y nuestros líderes en especial, me temo que no han internalizado todavía la magnitud y la velocidad de los cambios del mundo. La inercia parece ser la fuerza social más poderosa de nuestro país. Nuestra cultura dominante es hostil al emprendedor, al ambicioso, al individualista, al inconformista. La cultura dominante está definida por la falta de expresión de la sociedad civil, asfixiada por la enorme influencia de las corporaciones sobre el ciudadano, por un sistema educativo que no reconoce ni cultiva el talento y por un sistema tributario que penaliza el esfuerzo personal y desestimula el riesgo y el emprendimiento.

¿Qué es lo que tendríamos que ver hoy en día para estar seguros que nuestro país se embarca a una nueva era? Querríamos ver a los trabajadores solicitando en los consejos de salarios educación permanente, participación en la propiedad intelectual de su producción, participación accionaria en los resultados, libertad para proseguir proyectos personales, flexibilidad para trabajar más y ganar más y en nuevos proyectos y actividades. A las empresas tendríamos que verlas invirtiendo en la capacitación de sus funcionarios incansablemente, porque así estarían mostrando que reconocen que es su más importante activo, buscando proyectos de aplicación de conocimientos con las universidades, ofreciendo fórmulas creativas de asociación con los resultados a sus empleados. Al Estado nos gustaría verlo invirtiendo en infraestructura de conocimiento como el sistema educativo, las redes de comunicaciones, o un programa de becas para postgraduados en el Uruguay y en el exterior, y ajustando los mecanismos tributarios para que exista un mayor acceso a capital de riesgo que genere más emprendimientos innovadores.

Tenemos por delante iniciativas que abren una cuota de optimismo, pero su real aporte dependerá de que no sean secuestradas por los dueños del statu quo. Tenemos por delante la creación de la Agencia Nacional para la Investigación e Innovación, tenemos el proyecto Ceibal, tenemos la nueva ley de Acreditación Universitaria, que puede ser un gran mensaje de que nuestra sociedad valora en sus universidades la calidad, la transparencia y la innovación en lugar de la corrección política o el peso de la historia.

Quiero hacer para terminar un llamado a nuestra responsabilidad como comunidad universitaria. En el momento actual el futuro no tiene portavoces en el Uruguay. Todos los grupos de opinión aspiran a volver al siglo veinte, algunos a los sesenta, otros a los cincuenta. Debemos exigir de nuestros líderes que asuman riesgos y responsabilidades, que busquen una visión consensuada de largo plazo para vencer ese impulso que nos domina de avanzar hacia el pasado. Todos los países que se han desarrollado rápidamente en los últimos años, Finlandia, Irlanda, España, Nueva Zelanda, todos acordaron metas sociales y grandes estrategias para alcanzarlas.

Como el sistema educativo es la columna vertebral de todo esfuerzo de modernización de un país en esta era, hago un llamado al sistema universitario para que ofrezcamos nuestro liderazgo, que seamos un ejemplo de colaboración. Las universidades y los universitarios deberíamos ser factores de síntesis y de unión, no portavoces partidarios ni emblemas ideológicos, porque la educación es el cemento de la democracia. Mi propuesta a todas las instituciones universitarias es que asumamos el compromiso de proponer una visión unificadora, ambiciosa, optimista para la modernización de nuestra sociedad y que brindemos ejemplo de nuestra capacidad de colaborar en beneficio del país aún con aquellos con que discrepamos.

Tenemos la capacidad y el potencial de alcanzar una gran prosperidad, de que Uruguay sea un polo creativo, que sea parte del mundo desarrollado. Pero, ¿tenemos la voluntad?, ¿tenemos la determinación?, ¿podremos cambiar los slogans por acciones, el rencor por la colaboración? ¿Podremos cambiar el prejuicio por la confianza en otros uruguayos aunque piensen distinto?

Termino con un afectuoso saludo para todos ustedes. Este es un gran día para ustedes y sus familias. Ayudemos todos a crear un momento de cambio, un movimiento colectivo hacia un país moderno, un sentido nacional de propósito, de dirección sostenida, sin excluyentes y sin excluidos. Trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Uruguay y por sobre todas las cosas, cualesquieran sean sus caminos, sigan siendo parte de la familia ORT.