Discursos en ceremonias académicas

Segunda ceremonia anual de graduación 2007, 23/11/2007

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

Señor Presidente de ORT Uruguay, señora Directora General, autoridades que nos visitan, autoridades académicas de la Universidad ORT, señores profesores, graduados y familiares. Mucho nos alegra recibirlos hoy en esta celebración. Felicito a los graduados y sus familias por el trabajo de equipo realizado para alcanzar este resultado y en especial a los graduados que recibieron honores por su desempeño.

Nos sentimos honrados y responsables de su confianza al depositar en nosotros su patrimonio más valioso que son sus años de vida, sus expectativas y sus proyectos de futuro. Esperamos que hayan disfrutado y aprovechado su tiempo en la universidad, que recuerden todo lo bueno y se vayan olvidando gradualmente de todo aquello que los frustró o los irritó. Y les pedimos ayuda para seguir mejorando nuestra universidad con sus aportes y sus ideas, porque una universidad es antes que nada una comunidad de aprendizaje.

Como ya fue mencionado antes por el Dr. Braun, me enorgullece compartir con ustedes la noticia de que por tercer año consecutivo nuestra universidad ha sido incluida entre las 500 mejores del mundo en el Ranking Mundial de Universidades 2007 del Times Higher Education Supplement de Londres. ORT es la número trece en América Latina y la única de nuestro país.

Hoy es un gran momento que van a recordar toda su vida porque cierra una etapa y abre otra. La graduación es uno de sus primeros y más importantes logros personales. El conocimiento adquirido a través del esfuerzo realizado, personal e intransferible, es algo que, como el afecto, no se puede comprar y nunca le van a poder quitar, aunque al igual que el afecto requiere mantenimiento constante. La graduación universitaria es un hito en la vida de cada persona, un verdadero rito de pasaje hacia la adultez que nos confiere mayor autonomía individual pero también implica asumir responsabilidades.

Aprovecho la ocasión para encargarles un "obligatorio". Fíjense metas ambiciosas. Ejerzan con integridad y ética ya que una sociedad se basa en la confianza y la sociedad tiene derecho a esperar de los universitarios que sean una vanguardia moral ya que somos los más privilegiados. Comprométanse con los demás. La filantropía debe dejar de ser algo que hacen los demás en nuestro país, debe ser algo que todos asumimos, no podemos seguir esperando todo del Estado. Continúen siempre aprendiendo y quizás enseñando que es una gran forma de aprender.

Para terminar, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre nuestro país. Si prestamos atención al discurso nacional a través de las discusiones de nuestros líderes, entre ellos o con la sociedad, concluimos que los factores exógenos sobre los que tenemos poca o ninguna responsabilidad condicionan inevitablemente nuestra situación y son en definitiva culpables de nuestro estancamiento histórico.

Pero desde mi punto de vista, nuestro problema fundamental no es el valor del petróleo, el proteccionismo europeo o las desavenencias con socios del MERCOSUR. En realidad nuestro problema está en la incomprensión fundamental de nuestras elites nacionales sobre cuál es la verdadera fuente de riqueza en el mundo actual. No me refiero a las elites políticas exclusivamente, me refiero a las elites culturales, a los medios, a los universitarios. Nuestras elites son, o por lo menos actúan como, "cambiófobas".

Tiempo atrás escuché en una conferencia a Vinod Khosla, fundador de la empresa Sun. Khosla dijo, con referencia a la crisis de las empresas Internet de 2001: "es una pena desperdiciar una crisis, toda crisis debe ser una oportunidad para replantearse las cosas". Nosotros los uruguayos, acabamos de salir de una crisis importante en 2002 y en realidad todo nuestro esfuerzo y sacrificio para salir de esa crisis en definitiva fue para preservar y volver a lo de antes. Nuestra vulnerabilidad frente a las crisis (o cambios de humor) de los vecinos no ha disminuido, nuestros socios comerciales son los mismos, el perfil de las inversiones que recibimos (y que buscamos) no ha cambiado, la emigración no ha bajado y quizás su perfil ha empeorado ya que se van personas de mayor formación. Mostramos coraje, espíritu de sacrificio y hasta cierta unidad para enfrentar las crisis pero nuestra estrategia es correr hacia atrás para volver a un modelo confortablemente conocido que es en realidad aquel del cual partimos hacia la propia crisis. Una actitud similar tuvimos como sociedad cuando salimos del período de gobierno de facto. La restauración democrática y la unidad de esos primeros momentos no sirvieron como base para una renovación social y económica ni para un recambio de liderazgos. Todo el esfuerzo se hizo en dirección a lo anterior. Las mismas instituciones y los mismos líderes retomaron el control de la sociedad uruguaya como si no hubiera otra opción que volver atrás y como si a esa altura el mundo no hubiera ya cambiado irreversiblemente.

El "cambiofobismo" no es un problema de partidos, es una actitud mayoritaria que atraviesa transversalmente la sociedad uruguaya. La verdadera división en nuestra sociedad es entre los que ven nuestro futuro en el horizonte mirando el resto del mundo y los que están atrincherados detrás de lo que yo llamo un "muro de yerba". Detrás del muro de yerba existe un mundo fantástico en el cual no hace falta enseñar inglés, las horas de trabajo se pueden reducir sin necesidad de aumentar la productividad, Internet puede ser un monopolio caro y lento y podemos seguir financiando la formación de miles de abogados o médicos que luego tienen que ir a trabajar a España o a Chile. En este mundo fantástico habita una mayoría de nuestros líderes.

Tenemos que reconocer que así como hubo un cambio de una economía agrícola a una industrial hace un siglo, ahora estamos viviendo otro cambio, que es el de una economía industrial a una economías creativa. El valor en esta nueva economía se crea agregando tecnología, conocimiento y creatividad.. En este mundo globalizado nuestro futuro se apoya en nuestra capacidad de crear. Por lo tanto, las sociedades necesitan consolidar su "capital creativo". Nuestro objetivo debe ser atraer, retener y movilizar a los agentes activos de la innovación. Sólo así cultivaremos y consolidaremos un capital creativo propio como país. En nuestro país tenemos muchos ejemplos, y pocos contrajemplos, de cómo estamos fallando en entender este cambio. Por ejemplo, tenemos una larga historia de producción textil, pero actualmente el mayor valor en esa industria no se crea al pasar de la oveja al rollo de tela. El mayor valor se crea cuando pasamos de la tela a la prenda y mucho más cuando pasamos de la prenda a la marca. En Uruguay después de cien años de industria textil, seguimos sin tener una marca uruguaya que tenga alguna presencia regional o internacional. Los insumos básicos para la etapa actual ya no son la tierra, los recursos naturales o la fuerza humana, sino la tecnología, el talento y la creatividad. En el mundo, más allá del muro de yerba, estamos asistiendo a una nueva "geopolítica de la riqueza". Los países se están dividiendo en algunos que van a ser fantásticamente prósperos por su economía creativa y otros que van a ser dependientes de los primeros, dedicados a producciones repetitivas de bajo valor agregado, extractivas o recreativas o de servicios de baja especialización.

Esta revolución económica hacia una economía creativa nos está dando una gran oportunidad, porque ya no dependemos de la "lotería geológica" donde para ser un país rico hay que encontrar la riqueza abajo de la tierra. Ahora la principal riqueza que es el talento humano se puede cultivar o se puede atraer de otros países. Así que tenemos una gran oportunidad que podemos capitalizar o desperdiciar. Soy optimista porque soy uruguayo. La industria del software, los movimientos en la producción audiovisual y algunos nuevos emprendimientos en el área química son indicios de la competitividad que puede adquirir un Uruguay sin regulaciones asfixiantes (ni apoyos adictivos), que produzca para el mundo.

Pero así como soy optimista porque soy uruguayo, a la vez estoy preocupado también porque soy uruguayo. Me preocupa que nuestros tiempos, nuestras divisiones internas y nuestros miedos a lo que hay afuera de nuestras fronteras, nos impidan aprovechar esta oportunidad. La revolución tecnológica que estamos viviendo nos abre muchas puertas a mercados e industrias antes impensables para nuestro país. Nunca hubiéramos podido pensar en Uruguay, por ejemplo, como una productor de alto valor para automóviles. Sin embargo hoy se calcula que el 25% del valor de un auto de alta gama es software. Para el 2010 según el tecnólogo principal de BMW, el 50% del valor de un auto va a ser software. Y eso se plantea también para la industria de la telefonía celular, donde casi cincuenta por ciento del valor de un teléfono celular es software.

Hoy en día la competencia crítica entre los países es la competencia por el talento más que por la inversión extranjera o incluso por los capitales. La experiencia internacional demuestra que las empresas y las inversiones siguen a y se radican donde están los talentos. Tenemos que hacer un mayor esfuerzo por atraer "empresas creativas" que son las que van a generar mayor riqueza, puestos de trabajo de mejor calidad y mayor difusión de conocimiento al medio. Tenemos que atraer centros gerenciales, laboratorios de investigación, estudios de diseño, productoras audiovisuales, equipos de desarrollo informático más que fábricas. Estamos teniendo éxito en atraer inversiones de armado y de fabricación y no hay nada malo con ello. Pero nuestro horizonte tiene que ser atraer otro tipo de inversiones y esas inversiones vendrán sólo si ofrecemos un adecuado capital humano, un adecuado flujo de talento de alta calidad.

La tecnología y el talento son móviles, quiere decir que tenemos oportunidad de cultivarlos o de traerlos a Uruguay, pero como son móviles (a diferencia del petróleo por ejemplo), también se nos pueden ir. Hoy en día no nos va muy bien.. Estamos "expulsando" del Uruguay a nuestros talentos, a la "clase creativa" como se la puede llamar. Veintidós mil compatriotas con una formación promedio superior a la del resto se fueron de Uruguay en el año 2007. Es decir que se están yendo los más educados y quizás los más emprendedores e innovadores. Al mismo tiempo que no encontramos como retener a estos jóvenes, estamos atrayendo jubilados extranjeros a vivir a Uruguay. Esto último lo festejamos porque vienen con sus jubilaciones a gastar acá. ¿Pero ese es el futuro del Uruguay? ¿Expulsar a nuestros jóvenes de mayor educación y atraer los jubilados extranjeros?.

Montevideo teóricamente es la ciudad ideal para atraer a la clase creativa regional. Por ejemplo para que los gerentes de las grandes multinacionales se instalen con sus equipos (y familias) en Montevideo. Para atraer productores audiovisuales, artistas, bandas de rock, pintores, científicos, investigadores, bufetes de abogados, estudios de arquitectos, estudios de ingeniería que trabajen para toda la región, este debería ser el talento que atraigamos al Uruguay. Montevideo, con su hermoso paisaje y dimensiones humanas sería ideal para atraer esta clase creativa regional o continental, pero sin embargo la hemos ido transformando en una ciudad sucia, insegura, culturalmente árida (con pocas excepciones como el Solís y su programación), con comunicaciones electrónicas caras y comunicaciones aéreas engorrosas, aún para viajar dentro de América Latina.

Nuestro sistema educativo no reconoce ni cultiva el talento. El talento permanece escondido "en bruto", desperdiciado para los individuos y para la sociedad. Seguramente existen Bill Gates, Ralph Laurent y Mozarts en los asentamientos porque la capacidad intelectual, la sensibilidad artística y la creatividad se distribuyen entre todos los uruguayos por igual. Pero necesitamos un sistema educativo que cultive el talento, que no lo desperdicie porque cada talento individual que desperdiciamos es una red de talentos que no se crea y no se genera.

Hemos tenido, en mi opinión, algunas oportunidades perdidas en el pasado reciente de nuestro país que hubieran podido ayudar a encontrar un rumbo en esta revolución creativa. Una fue el Debate Nacional Educativo. Yo personalmente hubiera esperado que el Debate Nacional Educativo fuera una ocasión de unidad. Una ocasión en donde las muchas personas que estaban allí, representando muchísimos grupos y sectores, dejaran de lado momentáneamente todo aquello que históricamente los divide y demostraran a la sociedad uruguaya y a sus dirigentes, que podían unirse para apoyar una política educativa de la nación y no de partidos o corporaciones, unirse para apoyar la visión de un sistema educativo moderno, verdadero generador de oportunidades y plataforma para el desarrollo del país. En lugar de esto dejamos que el Debate Educativo fuera una ocasión de división, de enfrentamiento y de alejamiento.

Esa fue una oportunidad perdida, espero que en el futuro tengamos otras. No es posible pensar en un Uruguay nuevo sin una mínima concordia, sin una mínima unidad. Cuando nosotros pensamos en Irlanda, en España, cuando nosotros pensamos en Sudáfrica por ejemplo, son países que han tenido conflictos muchos tan o más largos y dolorosos que los nuestros, y sin embargo esos países han encontrado sus factores de unidad, han reconocido la necesidad imperiosa de lograr un consenso nacional para poder llevar adelante un esfuerzo compartido en busca de horizontes de prosperidad y oportunidad.

Señores y señoras graduados y graduadas, este es un gran día para ustedes y sus familias. Anímense, recuerden siempre que nadie va a ser recordado por lo que pensó y no dijo, por lo que quiso hacer y no hizo. Ayudemos todos a crear un momento de cambio en el país, un sentimiento de unidad y de propósito compartido. Trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Uruguay y por sobre todas las cosas sigan siendo parte de la familia ORT.

Muchas gracias.