Buenas tardes a todos: autoridades de la Universidad ORT, docentes, colegas, familiares, amigos, y muy especialmente graduados. Gracias por venir.
Hoy hablo en representación de la Facultad de Comunicación y Diseño, dos disciplinas que han adquirido gran importancia en las últimas décadas. En este período los medios han llevado a la comunicación a su auge. Respecto al diseño, la experiencia sensorial se ha convertido en requisito fundamental para la aceptación de un público cada vez más exigente. La globalización implica que la competencia es a nivel mundial y que, como consumidores, tenemos acceso a más información, productos, marcas y contenidos para comparar. Esto ha impulsado la profesionalización de la comunicación y del diseño, que antes tenían menor relevancia.
Los profesionales de nuestras áreas se caracterizan por haber elegido su camino por vocación. Muchas personas que hoy se encuentran aquí tienen talento innato. En mi caso no fue así. Cuando empecé la carrera, me introduje en un mundo que hasta el momento desconocía. El diseño es un camino difícil para las mentes estructuradas. Poco a poco fui abriendo mi mente, adquiriendo el conocimiento, afinando el ojo, y tomándole el gusto al diseño. Seguramente a muchos nos pasa que al mirar nuestros primeros proyectos nos cuesta creer que fuimos capaces de crear algo tan malo. Reconocer esto hoy, demuestra cuánto hemos evolucionado, crecido y madurado. Como dijo Einstein: “La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar”.
Los diseñadores no somos artistas. Somos diseñadores. Esto significa que trabajamos con un objetivo real, nos dirigimos a determinado público con necesidades específicas, con un problema a resolver. A menudo las mejores soluciones a problemas complejos son muy simples. Pensemos diferente, como se dice en inglés: think outside the box (pensemos fuera de la caja).
Como diseñadores industriales, debemos plantearnos el diseñar honestamente productos que no estén programados para fallar al poco tiempo de uso. Una producción desmedida trae aparejadas graves repercusiones en nuestro planeta. Nuestra generación bien lo sabe, y estamos viviendo con las consecuencias de ello. Pero este es el momento de mejorar. Diseñemos responsable y sustentablemente. Diseñemos productos de calidad, con un ciclo de vida circular que no culmine en el descarte. Mejoremos con nuestros productos la calidad de vida de diferentes usuarios, logremos diseños más inclusivos.
La oportunidad de hablarles hoy me hizo reflexionar sobre el camino transitado. Un camino de altibajos, de mucha dedicación, de algunas noches de poco dormir, y de mucho aprendizaje académico y de vida. Cursando una carrera de diseño aprendemos a dar y aceptar críticas, a organizarnos y aprovechar cada minuto libre, a trabajar en equipo, y a no conformarnos con la primera idea.
Agradezcamos a los docentes, a los amigos que hicimos en facultad, a los núcleos más cercanos, amigos y familiares que siempre apoyaron en todo desde muy adentro. Estas personas que, cuando se necesitó, opinaron en los temas que sabían, y en los que no también. Desde pensar el nombre de un producto, participar de encuestas, ser modelos para una producción fotográfica, y prestar mano de obra en entregas cuando no daban las manos suficientes para llegar a tiempo.
Somos afortunados en poder trabajar en lo que nos apasiona, y en un entorno creativo, dinámico y desafiante. “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. En este caso las palabras de Confucio ilustran mejor lo que quiero transmitir.
¡Felicitaciones, graduados! Ahora, a disfrutar del merecido título.