Discursos en ceremonias académicas

Primera ceremonia anual de graduación 2011, 21/7/2011

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

Señora Directora General de ORT Uruguay, autoridades nacionales y de instituciones colegas, autoridades y académicos de nuestra universidad, señores Amigos de ORT, queridos graduados y graduadas y sus familias, a todos les doy la más cordial bienvenida en esta ceremonia de graduación.

Queridos padres y abuelos, ha sido un placer educar a sus hijos y a sus nietos y ser educados por ellos. Gracias a ellos sabemos cómo enseñar cada vez mejor, porque la esencia de la enseñanza es el aprendizaje continuo. Nos alegra recibirlos hoy para este festejo porque la graduación es un mérito personal, pero es fruto del esfuerzo familiar.

En este día de festejo queremos mencionar que nos apena en lo personal y en lo institucional la pérdida de un gran amigo de nuestra universidad, de un gran académico y un gran demócrata como fue el Dr. Nahum Bergstein, cuyo reciente fallecimiento mucho lamentamos y cuyo valioso aporte intelectual a lo largo de los años continuaremos atesorando.

ORT cumple en 2011, 131 años de actividad ininterrumpida en el mundo. Muchas cosas cambiaron desde que ORT abrió su primera escuela en San Petersburgo en 1880, pero nuestro espíritu sigue siendo el mismo. ORT fue fundada para ayudar a las personas a vivir una vida digna a través de su conocimiento y ayudar a modernizar a las sociedades a través de los mejores usos de la tecnología y eso es lo que seguimos haciendo, 131 años después. Pueden estar orgullosos de ORT, de su historia y de su compromiso permanente con la educación como camino para que las personas puedan dirigir su propio destino, porque no hay peor forma de dependencia que la ignorancia.

ORT surgió y se desarrolló históricamente como un movimiento popular de defensa de los derechos humanos de los judíos, que debido a la discriminación racial de la Rusia del siglo XIX, no podían ingresar libremente a las escuelas y universidades del Estado. Desde su inicio fue un movimiento abierto a todos, inspirado en valores judíos universales, como la centralidad del aprendizaje y el mandato por ayudar a los demás. La filosofía de ORT fue siempre buscar la superación personal a través de una educación productiva que valoriza a la persona ante sí misma y ante la sociedad. Una filosofía basada en desarrollarse a partir de uno mismo y no en conflicto con los demás.

La graduación es importante porque es una medida de nuestra fortaleza interior, de nuestra resiliencia frente a las dificultades. Representa para muchos de ustedes su primera gran conquista realmente personal, algo que no compraron sino que crearon con su esfuerzo. Esperamos que hayan encontrado en ORT un ámbito fértil para cultivar sus intereses profesionales y sus inquietudes intelectuales, que se hayan sentido siempre escuchados y apoyados por sus profesores y tutores, que se hayan sentido siempre considerados como individuos en sus desafíos personales y vocacionales, que se hayan sentido siempre estimulados y exigidos a superarse, que los hayamos ayudado a descubrir y desarrollar su personalidad y su potencial.

Nuestra misión es crear en ustedes la pasión por el aprendizaje, la ambición de superarse y la capacidad para ejercer el razonamiento moral en sus acciones. Hemos sido exitosos, si además de aprender las profesiones que eligieron, han incorporado valores que los guíen en su vida, valores como que sólo debemos diferenciar a las personas por sus virtudes y capacidades, que los individuos somos responsables de nuestros actos y de nuestras omisiones, y que no debemos conformarnos con menos de lo que realmente podemos rendir. La medida de nuestro éxito, además de sus conquistas profesionales, que esperamos que sean muchas, es su conducta como personas y como ciudadanos.

Sean ambiciosos en los emprendimientos que elijan, no rehúyan los grandes esfuerzos y desafíos. Sean exigentes con ustedes mismos porque es un requisito para exigir a los demás. Elijan sus propios caminos, la vida de cada uno de nosotros debe ser fruto de nuestras propias convicciones, no vehículos para ambiciones o visiones ajenas. No se dejen conducir por eslóganes, prejuicios o estereotipos, porque en el ejercicio de su conciencia crítica reside la verdadera libertad. Dialoguen siempre en busca de la verdad no en busca de imponer su punto de vista, sólo los fanáticos poseen certezas absolutas. Continúen siempre aprendiendo, porque en la sociedad del conocimiento valemos por lo que sabemos, no por lo que tenemos.

A partir de ahora, ustedes son parte de una minoría privilegiada, la de los más educados de nuestra sociedad, es decir los que tendrán más oportunidades en esta sociedad del conocimiento, y junto con los privilegios vienen responsabilidades. La educación que han adquirido será siempre parte de su patrimonio personal, pero la utilización de este capital no involucra sólo destreza técnica, sino también el ejercicio de la conciencia moral. El conocimiento se puede utilizar en forma egoísta o inescrupulosa. Pero podemos elegir. Podemos elegir comportarnos con integridad, con respeto y con honestidad intelectual, porque la responsabilidad de los más educados es fortalecer la confianza que cimienta toda convivencia democrática.

Somos una institución privada pero con una misión pública, que es expandir las oportunidades educativas de los uruguayos y ayudar a la modernización de nuestro país, y necesitamos el aporte de todos ustedes para cumplir con esta misión. La educación nos brinda la lucidez para darnos cuenta de que el bien de nuestra sociedad está intrínsecamente ligado al nuestro. No hay calidad de vida individual sostenible en una comunidad fracturada y con personas excluidas de las oportunidades de aspirar a una vida mejor. Como dice el gran escritor y filósofo Elie Wiesel, uno de los mandamientos es que: "no permanecerás indiferente a los que te necesitan". Hay muchas traducciones posibles, pero la esencia es que si hay alguien que nos necesita no debemos permanecer indiferentes y esa es parte de nuestra responsabilidad cívica.

Permítanme terminar con algunas pequeñas reflexiones sobre nuestro país. Llevamos varios años de crecimiento por lo cual nos preguntamos, ¿estamos en otro momento de éxito pasajero como hemos presenciado históricamente o estamos en las puertas del desarrollo? La respuesta es que depende. Depende de nuestras capacidades y de nuestras aspiraciones como sociedad. No existen solo límites físicos al desarrollo, también existen límites culturales. Por eso tantos países ricos en recursos naturales no se desarrollan y otros carentes de ellos prosperan. En el fondo el desarrollo es también una cuestión de actitud.

Nuestra actitud se puede ver en cómo reaccionamos frente a la realidad. Frente a los resultados de PISA, China aumenta las horas de clase, Finlandia exige a sus docentes que obtengan maestrías, Singapur impone pruebas de rendimiento a alumnos y docentes, mientras que autoridades educativas de Argentina o de Uruguay proponen sustituir las pruebas de PISA por otras pruebas regionales más "adaptadas a nuestra cultura". No sabemos si van a incluir preguntas sobre el dulce de leche, el tango, el asado.

Parte fundamental de una actitud de progreso es formular una visión nacional compartida por grandes mayorías. Una visión unificadora es esencial para asegurar esfuerzos sostenibles hacia el futuro, porque hay límites al poder coercitivo del Estado para reclamar recursos privados para gastos públicos, especialmente si la sociedad percibe que su aporte es utilizado para financiar privilegios o ineficiencias.

El mayor fracaso de nuestro liderazgo en las últimas décadas ha sido su incapacidad para forjar una visión consensuada de desarrollo. El liderazgo es esencial porque los beneficios de reformas importantes se alcanzan en el largo plazo y sus beneficios se distribuyen entre muchos, mientras que los que defienden sus intereses personales son cohesivos ante los desafíos y ante la ausencia de un liderazgo efectivo, tergiversan propuestas de cambios concretos y las transforman en discusiones estériles sobre objetivos inalcanzables. La academia debería ser el catalizador de un movimiento de la sociedad civil que exija a nuestros dirigentes que actúen como líderes, que cambien los cálculos sectoriales por visiones nacionales, que asuman riesgos en nombre y en beneficio de las grandes mayorías carentes de corporaciones que los respaldan.

En este momento coexisten dos visiones y dos culturas en nuestro país, legítimas pero contradictorias y es importante ilustrar sobre los valores y consecuencias de cada una. En una de esas visiones nuestro perfil social y productivo histórico es parte de nuestra identidad y la regresión que hemos tenido en indicadores sociales y educativos hacia los niveles de calidad del resto de América Latina, en realidad constituye una convergencia inevitable, quizás incluso deseable con nuestros vecinos. En esta visión, la aspiración de nuestra sociedad debería ser recuperar el "estado de bienestar" de la mitad del siglo pasado. La otra visión asume que dado los cambios ocurridos en el mundo en los últimos cincuenta años, ya no es posible volver al siglo pasado y que nuestra prosperidad requiere de un nuevo modelo productivo, basado en altos niveles educativos de acceso universal y en actitudes sociales positivas frente al riesgo y el emprendimiento. Aprovechar las oportunidades de una sociedad donde la riqueza proviene del conocimiento, implica reposicionar al individuo en el centro de la vida social y poner el Estado al servicio del individuo, ya que las reservas de creatividad y energía emprendedora, están en los individuos y en la sociedad civil. Como graduados, ustedes pueden ayudar a que la sociedad conozca lo que está en juego. Pueden ayudar a explicar que no existen soluciones mágicas "a la uruguaya" para prosperar sin cultivar y retener nuestros talentos, sin facilitar la generación de innovaciones, sin crear una cultura de libertad emprendedora.

Permítanme señores y señoras graduados y sus familias terminar felicitándolos nuevamente. Este es un gran día para ustedes, sus familias y para nosotros. Compartamos juntos hoy nuestra alegría por su graduación, trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Uruguay. Sigan su camino, pero sepan que ORT siempre será su casa. Ayúdennos a seguir construyendo la cultura y la comunidad de ORT, porque una institución no son sus edificios, ni siquiera sus personas individuales, sino su comunidad y su cultura, una cultura de esfuerzo, de innovación y de mérito, porque esa es la cultura que queremos, merecemos y necesitamos para nuestro país.

¡Muchas gracias!