Discursos en ceremonias académicas

Segunda ceremonia anual de graduación 2009, 1/12/2009

Discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

Señora Directora General de ORT Uruguay, autoridades de instituciones colegas que nos acompañan, autoridades académicas y administrativas de nuestra universidad, señoras y señores graduados y sus familiares. Nos alegra mucho ver hoy aquí tantas familias porque esta celebración, por supuesto, es también la suya. La graduación es un mérito personal pero fruto, de un esfuerzo colectivo de padres, cónyuges, hijos, que postergan sus demandas y necesidades para apoyar a los que hoy son graduados.

Como ustedes saben, ORT tiene una vocación por estar en el centro de los ciclones, a veces positivos, a veces negativos. Este año se conmemoran los 70 años del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que encontró a ORT en los lugares más inesperados, muchas veces contra su voluntad pero siempre sabiendo cumplir. Siempre ejerciendo nuestra vocación y nuestra convicción de que la educación en último análisis es la salvación para el ser humano. Por eso ORT supo estar presente y como única opción de vida humana digna en el Ghetto de Varsovia y en los campos de personas desplazadas después de la guerra, preparando las personas para intentar un muy difícil reintegro a la vida normal. Hoy en esta sociedad del conocimiento que nos toca vivir, nuevamente ORT está en la primera línea y con su mensaje cada vez más vigente.

Esperamos que todos ustedes, graduadas y graduados, hayan disfrutado de su tiempo en la Universidad, que recuerden todo lo bueno y que vayan olvidando el resto gradualmente. Les pedimos comprensión por las carencias que puede haber habido y su ayuda les pedimos para seguir aprendiendo cómo enseñar cada vez mejor. Nos sentimos honrados y muy responsables por la confianza que ustedes depositaron en nosotros cuando eligieron universidad, que es una de las decisiones más trascendentes de los jóvenes.

Como educadores nos sentimos muy responsables por nuestra capacidad de incidir en la mente y en el espíritu de nuestros alumnos. Los educadores tenemos un gran poder, capaz de impulsar o de frustrar los sueños de una persona o de hacerle desperdiciar improductivamente su tiempo, un tiempo que nadie le puede devolver. Peor aún, los educadores podemos confundir o distorsionar valores esenciales a la formación de ciudadanos y de profesionales. Por eso las instituciones educativas debemos ejercer ese gran poder con una gran moralidad que lo limite. No debemos confundir la enseñanza con una oportunidad de difundir nuestras propias convicciones, sean cuales sean. Ya Platón advertía de estos riesgos cuando en uno de sus diálogos Sócrates advierte a uno de sus discípulos: “vas a entregar tu alma al cuidado de un hombre a quien no conoces y no tienes idea si será una influencia para el bien o para el mal”. Por eso nos comprometimos con ustedes desde el principio a cultivar valores compartidos en un ambiente de respeto y de libertad.

Hoy es un gran momento que recordarán para toda su vida, porque cierra una etapa y abre otra. La graduación es una afirmación de identidad, una prueba superada y un mérito propio, de los primeros en su vida que no les pudieron fabricar otros para ustedes y que nadie puede comprar. A partir de ahora ustedes son parte de una minoría privilegiada. Son parte de los más educados de la sociedad uruguaya, lo que equivale a decir los que van a tener más oportunidades y junto con los privilegios, vienen responsabilidades.

Por eso hoy les encargo un obligatorio. Fíjense metas ambiciosas. Sean exigentes con ustedes mismos porque es un prerrequisito para poder exigir a los demás. Miren más allá del horizonte. Empujen las fronteras de su imaginación. Como dijo Albert Einstein, “la imaginación es más importante que el conocimiento, porque el saber se ocupa de lo que existe mientras que la imaginación se ocupa de lo que existirá”. Ejerzan guiados por la brújula de la ética y la integridad personal, ya que la sociedad tiene derecho a esperar de sus universitarios una conducta guiada por valores de honestidad y no solo apego formal a las reglas. Continúen siempre aprendiendo, porque el conocimiento va a ser su medio de vida y el aprendizaje continuo tendrá que ser su inversión permanente. En esto, la universidad será siempre su guía y su apoyo. No se resignen a lo que hoy nuestro país les ofrece, porque Uruguay no es lo que vemos hoy, es lo que entre todos podemos hacer de él en el futuro. Ustedes pueden hacer mucho con sus conocimientos, con su actitud, con su arrojo. El Uruguay puede ser otro luego que ustedes lo transformen.

Comprométanse con el bien común. El éxito personal no puede ser la única medida del éxito de nuestro proyecto de vida. Nuestra contribución a los demás, a nuestra nación, a nuestra sociedad, son la real medida de nuestro valor como personas. Ayuden en especial a reconfigurar nuestra sociedad para brindarles oportunidades efectivas a todos los uruguayos de acceder a la educación superior, porque en la sociedad del conocimiento valemos por lo que sabemos, no por lo que tenemos. La suma de los aprendizajes de una sociedad es la nueva medida de la riqueza de un país. Cada uruguayo excluido nos aleja de una sociedad ética y segura. Cada uruguayo excluido nos aleja de un desarrollo humano sostenible. En una sociedad ética y equitativa cada uno tiene que hacer su parte, con su trabajo, esfuerzo y dedicación, pero también cada uno tiene que tener su oportunidad. Las dos partes de esta fórmula son las que ustedes deben proponer y exigir a nuestras elites. La sociedad debe apoyar a los más débiles, pero no para consolidar su dependencia, sino para ofrecerles nuevos comienzos. Ayuden, estimulen a cambiar nuestra cultura para beneficio de todos. Propongan sin timidez sus valores y sus objetivos a nuestra sociedad. Una democracia se oxida si está constituida solo por una minoría de militantes y una mayoría de espectadores, si sus ciudadanos, especialmente los más educados se parapetan en un mundo privado.

Nuestra sociedad está dividida por valores, que son opuestos solamente en apariencia y la inteligencia y el conocimiento deben ser puentes de comunicación. Tenemos que proponer una nueva síntesis de valores, para trascender esas falsas oposiciones. Hay gente que nos quiere hacer creer que tenemos que optar entre libertad y equidad, entre solidaridad y responsabilidad individual, entre autonomía y rendición de cuentas o entre Estado y sociedad civil. En realidad cada una necesita de la otra, como las semillas necesitan al suelo para germinar. No existe real opción entre Estado y sociedad civil. Sin Estado nos transformamos en Somalia, sin sociedad civil nos transformamos en Corea del Norte. No hay prosperidad sostenible sin equidad, pero tampoco hay prosperidad sostenible sin libertad, sin emprendimiento, sin innovación…

Permítanme aprovechar la oportunidad para comentarles algunas novedades importantes de nuestra universidad. En el próximo año estaremos comenzando la primera Licenciatura en Biotecnología de nuestro país. Vamos a lanzar una Licenciatura en Animación y Videojuegos, en colaboración con el California Institute of the Arts, con el propósito expreso de ayudar al nacimiento de una industria de producción de animación digital en el Uruguay. Vamos a iniciar un Master en Gestión de Empresas Tecnológicas, un Master en Ingeniería por Investigación, un Master en Economía por Investigación, un Doctorado en Educación, y este año hemos creado como eslabón necesario de toda esta cadena de nuevos conocimientos, un Centro de Innovación y Emprendimientos.

Para terminar comparto con ustedes unas breves reflexiones sobre nuestro país, porque ninguno de nosotros existe en el vacío. En estos días pasó algo muy importante. Hemos elegido un nuevo gobierno, pero este cambio, ¿además de importante, será trascendente? Sólo será trascendente si además de cambiar el gobierno, cambiamos el país de manera de aprovechar la oportunidad única que se nos presenta en esta sociedad del conocimiento de transformarnos en una potencia. Uruguay puede transformarse en una potencia creativa y de producción de conocimientos. Esto que digo no es fruto de haber probado exquisitos vinos uruguayos, sino pregúntense por qué Singapur tiene hoy un producto bruto per cápita más alto que Estados Unidos. El fin del siglo XX nos ofreció esa gran oportunidad, pero en gran medida la desperdiciamos. Los líderes de nuestra sociedad a lo largo de estos años supusieron equivocadamente que los uruguayos no estábamos preparados para el siglo XXI; que no estábamos preparados para abrirnos al mundo en toda su dimensión, económica, cultural, migratoria; que no estábamos dispuestos a correr riesgos, a acelerar nuestros estudios, a pensar en nuevas formas de crear riqueza y nuevos criterios para distribuirla. La deferencia de las elites por las vacas sagradas y su reticencia a enfrentar el poder de las corporaciones, impidieron hasta ahora reformar nuestra sociedad.

Pero no podemos esperar más quinquenios para modernizar nuestro país, nuestro sistema educativo, nuestro modelo productivo, nuestra capacidad de innovación. El tiempo es un recurso no renovable. Durante décadas invertimos en un patrimonio educativo y de civilidad que hemos venido utilizando sin reponerlo y por lo tanto se va a agotar. Nuestro actual esquema de jubilaciones tempranas, trabajos públicos vitalicios y un porcentaje creciente de la población que no trabaja ni estudia, conforma una pirámide de Ponzi, que inevitablemente se va a venir abajo.

Tenemos que hacer entre todos los uruguayos una revolución y la verdadera revolución es darle poder al ciudadano, al individuo y al emprendedor. Para superar los bloqueos de las corporaciones, la verdadera revolución es cambiar la cultura de nuestro país hacia una actitud más abierta al mundo, más permeable al cambio, más dispuesta al emprendimiento y a aceptar la diversidad cultural. Recientemente se han realizado en nuestro país costosos esfuerzos de modernización con un amplio apoyo social, pero alguien va a tener que enfrentar los nudos gordianos que los envuelven y que a la larga los condenan al fracaso. Por ejemplo, en el largo plazo los límites del proyecto Ceibal, son el escaso acceso de los uruguayos a Internet y la insuficiente flexibilidad en la práctica y gestión pedagógica en nuestras escuelas. Sin embargo, ambas están estrictamente prohibidas por poderosas corporaciones. ¿Quién representa a los 300.000 uruguayos de la nueva generación que se están formando? ¿Quién va a exigir en su nombre que la inversión realizada no se frustre porque hay muchos otros que quieren vivir en el siglo pasado porque se benefician de ese orden establecido obsoleto?

Tenemos importantes asignaturas pendientes para el próximo gobierno y para nosotros mismos. La más importante es cerrar la brecha educativa que nos impide alcanzar nuestro potencial cognitivo. El conocimiento es abundante hoy en día, pero la capacidad de aplicarlo es escasa porque requiere educación y actitudes. Solo un tercio de los uruguayos termina Secundaria y apenas por arriba del diez por ciento tienen educación universitaria. Con este stock de capital humano no vamos a poder dar ningún gran salto. Reformar nuestro sistema educativo, va a ser como dijo recientemente el Ministro de Educación de Suecia que enfrenta alguno de estos problemas, “… difícil, como reformar cementerios, no se puede contar con mucha ayuda de los que están adentro”.

Otra asignatura pendiente es el desarrollo de la cultura del emprendimiento y la innovación, la valoración del éxito y el respeto por el fracaso. El éxito no puede ser presunción de deshonestidad, ni el fracaso evidencia de incompetencia. Tenemos que crear una conciencia ciudadana del derecho a la rendición de cuentas, de que todos los que reciben fondos públicos sean públicos o privados, deben rendir cuentas sobre su integridad, eficiencia y aporte al bien público.

El Uruguay en que estamos pensando no es una quimera. Ya existe como un país invisible de innovadores que producen para el mundo, de los cuales algunos están hoy acá graduándose, que producen para el mundo software, videojuegos, biotecnología, productos audiovisuales y otras creaciones de la inteligencia. Estos uruguayos globales compiten con el mundo a una edad en que los demás están todavía estudiando y no le piden nada al Estado aunque aportan mucho. Muchos de estos uruguayos son la primera generación de su familia con estudios universitarios. Su capital no está en cuentas bancarias, está en sus cabezas y en sus relaciones. Este Uruguay silencioso, meritocrático, creativo, tiene que entrar al imaginario nacional del cual está ausente como pudimos ver por ejemplo en la última campaña electoral. Tenemos que transformar este “Uruguay invisible” en visible, asertivo, orgulloso. Tenemos que allanarles el camino, invitarlos a quedarse en el país, a traer a sus socios, clientes y proveedores también a instalarse con nosotros, porque Uruguay puede ser un polo mundial de inteligencia y producción creativa. “Producto uruguayo” tiene que ser en el futuro sinónimo de calidad, innovación e integridad.

Queridas graduadas y graduados, como dije este es un día especial para ustedes y para nosotros. Déjenme terminar invitándoles a trabajar todos juntos por un generoso y próspero Uruguay y por sobre todas las cosas, cualquiera sean sus opciones, sigan siendo parte de la familia ORT.

Gracias.