Conferencias y artículos

"Libertad, educación y libertad de enseñanza"

Participación del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, en el panel "Libertad de educación y construcción de una sociedad plural". Espacio de encuentro el "Atrio de los Gentiles", organizado por la Arquidiócesis de Montevideo.

Agradezco la invitación a participar en este evento y compartir con los compañeros de panel esta oportunidad de intercambiar opiniones sobre un tema trascendente para la vida nacional.

Visité Jerusalem y lo que queda del Templo numerosas veces, pero nunca había escuchado sobre el "Atrio de los Gentiles" que, según aprendí, era un lugar de encuentro para creyentes y no creyentes.

Leí recientemente una pastoral de 2010 del papa Benedicto, donde decía que Internet podría ser un "Atrio de los Gentiles global", o sea, un lugar de encuentro virtual para creyentes de todas las confesiones y no creyentes de todo el mundo. Muchos tuvimos esa esperanza, pero lamentablemente las distintas tribus humanas están cada vez más leyéndose dentro de sí mismas y no entre sí, reafirmando los prejuicios y las separaciones en lugar de utilizar las nuevas formas de comunicación para crear puentes y fomentar el conocimiento mutuo.

Libertad y educación

La libertad de educación no es un concepto unitario, sino una relación entre dos valores: libertad y educación. Entre libertad y educación hay fricción. Si entendemos mejor la relación entre estos dos valores, podremos arrojar más luz sobre nuestras opciones como sociedad. Permítanme reflexionar a continuación sobre la relación entre estos dos valores.

La persona debe ser libre para aprender, también tiene que aprender para ser libre. El ignorante no puede ser libre. Por eso los regímenes totalitarios buscan que la gente sea ignorante o tenga un conocimiento mínimo que le permita producir y cumplir órdenes y reglas, pero que carezca de conocimientos amplios y profundos para reflexionar críticamente sobre sí misma y el entorno, de manera que no pueda concebir e impulsar cambios. La ignorancia es la forma moderna de esclavitud.

La persona debe ser libre para poder aprender, no hay educación sin libertad. Este concepto es problemático. Por ejemplo, en la Alemania nazi, donde la libertad era nula, sus universidades en ese momento estaban entre las mejores del mundo, porque cosechaban premios Nobel y generaban muchos conocimientos en humanidades y en ciencia y tecnología. En nuestro pensamiento postmoderno asumimos que una sociedad educada reclama ser libre. Ésa es la gran apuesta del siglo XXI. Por ejemplo, ¿China se hará más libre a medida que se transforme en más educada? Hasta ahora sabemos que tiene cada vez más Ph.D., más másteres y que forma más ingenieros que Estados Unidos. Cabe preguntarnos: ¿Todo ese aumento de capital humano llevará a una sociedad más libre? Una parte importante de la paz y de la prosperidad en el siglo XXI depende de la respuesta a esta pregunta. El tratado internacional con Irán, ahora tan discutido, apuesta a lo mismo: una sociedad más conectada con el mundo, más educada, exigirá más libertad.

Libertad de enseñanza

La libertad de enseñanza es un derecho que no puede comprenderse cabalmente sin sus obligaciones asociadas. En el contrato social, los derechos y las obligaciones son dos caras de la misma moneda. No existe libertad de enseñanza sin obligación de enseñar, y la obligación de enseñar es el derecho a aprender. Los líderes tienen la obligación moral, política y jurídica de garantizar el derecho constitucional de enseñar, también tienen la obligación de enseñar. Nuestros líderes están fallando en cómo aseguran a los ciudadanos su derecho de aprender. Los padres también tenemos que cumplir la obligación de enseñar dedicando los tiempos necesarios a nuestros hijos y evitando la sustitución de esos tiempos por objetos.

La obligación de enseñar y el derecho a aprender son importantes legados judeocristianos. Cuando esas dos religiones se estaban creando, otros dos grandes polos de la civilización eran Grecia y Egipto. En la corte del faraón la educación era sólo para las élites. En Atenas, Platón proponía la creación de clases sociales basadas en la educación, que llamaba "almas de oro", "almas de plata" y "almas de bronce". En la tradición judeocristiana la educación se transforma en un derecho y en una obligación universal. Según la Torá, cuando seamos llevados al juicio celestial, una de las preguntas más importantes que nos harán será: "¿Fijaste un tiempo para el estudio en tu vida?".

Libertad de educación en Uruguay

¿Cuál es el carnet de notas para nuestro país en materia de libertad de educación? En nuestro país el Estado intervino en determinado momento de la historia para garantizar una educación secular. Este cambio benefició a la sociedad uruguaya en muchos aspectos, pero con el tiempo el propio Estado se transformó en una iglesia con sus dogmas, su liturgia y la infalibilidad de sus dirigentes. Cuestionar al Estado o al "estatismo" es considerado un pecado en nuestra cultura y el empleo público es casi una vocación sacerdotal.

En Uruguay, la libertad de educación a nivel preuniversitario es diferente en el ámbito privado y en el ámbito público. La educación privada es libre para crear instituciones y seleccionar docentes y alumnos, y los alumnos pueden elegir el liceo o la escuela de su preferencia. Pero no es libre para elegir sus planes de estudio. En la educación pública los liceos tampoco tienen libertad para elegir planes de estudio, incluso no tienen libertad para seleccionar docentes ni alumnos, y los alumnos no son libres para elegir el liceo o la escuela adonde preferirían concurrir. Entonces, paradójicamente, la educación más accesible es la menos libre y viceversa. Es una contradicción entre libertad y oportunidad que contribuye a la desigualdad de nuestro sistema educativo y de nuestra sociedad.

Existen límites legítimos a la libertad de enseñanza. Uno de ellos es la regulación de calidad. La sociedad tiene derecho a asegurar que las personas, paguen o no su educación, no sean engañadas. Porque si van a una institución pública no pagan, pero dedican su tiempo. Años perdidos en una educación de mala calidad constituyen una pérdida más importante que el dinero, ya que el tiempo nadie lo puede devolver. La regulación de calidad es un límite legítimo a la libertad de educación, así como el código de tránsito es un límite legítimo a la libertad de circulación.

También es legítimo combatir el adoctrinamiento y la enseñanza de prejuicios y de odio. La sociedad tiene derecho a defenderse de la trasmisión de valores racistas, violentos y discriminatorios. Otro límite legítimo a la libertad de educación surge del conflicto entre derechos generacionales. Cuando estudiaba en Oxford, teníamos largas discusiones sobre si los padres deben tener el derecho irrestricto de elegir la educación de los hijos, incluyendo la educación en su casa, o negar la educación a las niñas, por ejemplo. Decidimos consultar a Isaiah Berlin, el gran filósofo. Le preguntamos: "¿Es una limitación a la libertad de los padres que el Estado les obligue a ir a la escuela?". Berlin nos contestó que libertad y educación son dos valores que pueden chocar, y en este caso chocan. También nos dijo: "Mi opinión personal es que hay casos en que la libertad de los padres hay que limitarla pensando en la libertad de los hijos en el futuro. Lo importante es aceptar que se está limitando la libertad de unos para favorecer la libertad de otros".

Nuestra libertad y nuestra educación van de la mano. Si descuidamos la segunda, terminaremos perdiendo la primera.

Agradezco a ustedes su presencia hoy.