Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso del Lic. Federico Wynter

Palabras del graduado de la Licenciatura en Estudios Internacionales durante la segunda ceremonia anual de graduación de agosto de 2016.

Señora directora de ORT Uruguay, señor rector de la Universidad ORT Uruguay, señores decanos, autoridades de ORT, docentes, colegas, familiares y amigos, tengan todos muy buenos días.

Es un privilegio dirigirme a ustedes en nombre de los graduados de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales. Somos licenciados, contadores y economistas, pero más importante aún: somos buscadores.

Somos individuos embarcados en una constante búsqueda – la de descubrir nuestra pasión, explotar nuestro talento y encontrar nuestro lugar en la sociedad.

Esta búsqueda es una utopía en constante construcción, que vamos orientando y redefiniendo a medida que avanzamos. Sabemos dónde comenzamos pero no su final. Cargamos con nuestros veintitantos años de vida, pero también con la memoria de quienes nos precedieron. A través de cada uno de nosotros hablan también nuestros padres y nuestros abuelos, presentes o ausentes – nuestros actos y logros también realizan sus sueños y aspiraciones.

Mucho tiempo transcurrió desde que mi bisabuelo llegó a Uruguay desde Polonia con una maleta y 2 dólares. Casi 8 décadas desde que mi bisabuela, con tan solo 15 años de edad, cruzó sola el Atlántico en un barco del cual descendió en el puerto que queda a algunos metros de donde estamos parados hoy. 68 años desde que la familia de mi abuela, desplazados de guerra, atravesó un continente en ruinas hasta finalmente llegar a estas tierras.

Reflexionar sobre esto me recuerda a las palabras que Ezer Weizman, el séptimo presidente de Israel, pronunció ante el Parlamento alemán en 1996: “Con la mochila de la memoria en mis hombros y el bastón de la esperanza en mis manos, me encuentro en esta encrucijada histórica de fines del siglo XX. Sé de dónde vengo y con esperanza y ansiedad intento encontrar hacia dónde voy.”

Sus palabras son vigentes para nosotros hoy, también viajeros, entusiastas y expectantes por lo que nos aguarda en el futuro.

En los últimos años hemos confiado en ORT la tarea de guiarnos en esta búsqueda. No hemos sido los primeros ni seremos los últimos. Recién hablaba de la importancia de cargar con la memoria. Hoy es un buen momento para recordar que los orígenes de ORT Mundial se remontan a la educación técnica de familias pobres en la Rusia de finales del siglo XIX. El objetivo era brindar a los alumnos las herramientas necesarias para insertarse exitosamente y forjarse un porvenir propio y sustentable. A la luz de esto, quizás podamos apreciar que el objetivo de ORT de darnos ventajas comparativas está en el ADN de la institución. En Estudios Internacionales dan fe de ello, la formación en idiomas, los intercambios en el extranjero, o la integración de diversas disciplinas en una currícula de estudios, por nombrar algunos ejemplos. Todo ello, junto a la invaluable atención y cálida receptividad de los profesores y coordinadores de la carrera, hizo de mi paso por la universidad uno más rico y disfrutable. Quiero aprovechar entonces para saludar y agradecer especialmente a los profesores Bonilla, Bancalari y Delisante por su constante apoyo y dedicación a lo largo de estos cuatro años.

Y así como los primeros centros ORT preparaban a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo al que debían salir, también los graduados de hoy egresamos con las herramientas necesarias para encarar un mundo complejo y en constante cambio. Pero sobre todo, con la certeza de que esas herramientas no son infalibles, y que debemos adaptarlas y adaptarnos a las circunstancias con inventiva, creatividad y pensamiento crítico.

Weizman creía encontrarse ante una encrucijada histórica y, creo yo, también lo estamos nosotros hoy.

El mundo es cada vez más interdependiente. La globalización achicó las distancias y permeó las fronteras. Pero paradójicamente, en algunos casos este aumento de información, de contacto y de conocimiento sobre lo que ocurre en otros lugares, en lugar de eliminar barreras culturales, profundizó las discrepancias. El exceso de información dio paso al miedo a la otredad, porque es más fácil temer lo que se conoce y se puede definir, y lo que se conoce se percibe como cercano y la cercanía puede ser amenazante.

Esta lógica ya nos debería ser conocida, porque en los últimos años hemos asistido al auge de olas antiliberales, que buscan minar los fundamentos de las sociedades democráticas y retroceder el reloj de la Modernidad política.

En particular, un fenómeno que ha puesto de relevancia esta escalofriante tendencia es la llamada crisis de refugiados. Pero en tiempos en que somos testigos del mayor desplazamiento forzoso de personas desde la Segunda Guerra Mundial, es preciso recordar una simple verdad: en realidad, todos somos migrantes.

Todos venimos de algún y vamos hacia algún lado. Todos estamos embarcados en un viaje, a veces solitario, a veces colectivo, pero siempre de crecimiento personal y superación, siempre de búsqueda, de plantear nuevas preguntas, de ensayar y de errar. De ensayar: es decir, de elegir.

El mundo nos interpela, y desde este momento en que comenzamos una nueva etapa las expectativas y las miradas están puestas sobre nosotros. De cada uno depende, mediante la búsqueda de la virtud propia, el mejoramiento del entorno de todos.

En un mundo de crecientes desafíos, los jóvenes estamos llamados a cumplir un rol cada vez mayor. Pero no podemos conformarnos con ser los líderes del futuro, como a menudo se nos hace creer: debemos liderar hoy. Utilicemos nuestro talento para producir transformaciones en el mundo que nos rodea, y a su vez dejémonos transformar en el proceso.

Quiero celebrar nuestra capacidad de buscar, de elegir y de actuar recordando los versos finales de Invictus, de William Ernest Henley: "No importa cuán estrecha sea la puerta, cuán cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma".

Felicitaciones a todos los graduados y muchas gracias.