Autoridades de Universidad ORT Uruguay, autoridades de instituciones amigas que nos acompañan, graduados, docentes, colegas, familiares y amigos, tengan ustedes muy buenos días.
Cuando me propusieron decir unas palabras en nombre de los graduados de Arquitectura y la Licenciatura en diseño de interiores empecé a recordar nuestro paso por la facultad: las clases, el intercambio con los docentes, los trabajos en equipo durante los cuales nos nutríamos de diversos puntos de vista, los éxitos y los fracasos, las largas noches previas a la entrega, las interminables horas de estudio, el esfuerzo realizado para dar lo mejor de nosotros. Fueron muchos los proyectos que realizamos a lo largo de los cuatro años y cada uno de ellos implicaba avanzar un paso más hacia la meta. Era un escalón que subíamos hacia la cima. De todos fuimos incorporando nuevos conocimientos así como de cada docente nos quedamos con enseñanzas que forman parte fundamental del profesional en el cual nos hemos convertido.
Pensando en esos conocimientos que fuimos incorporando y cómo crecimos en cada etapa, siento que el proyecto que me marcó más fue la propuesta de reforma del primer piso del Pabellón Pediátrico del Pereira Rossell. Era el penúltimo proyecto de la carrera. Recuerdo las expectativas, la ansiedad y las ganas frente a una experiencia tan cercana a esa realidad tan particular. Por primera vez íbamos a tener contacto no sólo con el espacio sino también con los usuarios del mismo. Nos enfrentábamos a una problemática social vista desde diversos puntos de vista (enfermeros, médicos, pacientes y autoridades) pero con un objetivo claro y común a todos: mejorar las condiciones de trabajo y la calidad de atención a los usuarios. Probablemente muchos de ustedes puedan imaginarse lo que vimos en ese lugar, las condiciones en las cuales viven los pacientes durante la internación y lo resignados que están los funcionarios frente a una realidad social que sienten que no pueden modificar. Sentíamos nosotros que debíamos trabajar para brindarle, tanto a los niños como a sus familiares, un ámbito que contribuyera no sólo a su mejora física sino también a su educación. Ser partícipes de su crecimiento, enseñarles a través del espacio, provocarlos para generar un cambio. Que su pasaje por el lugar les aportara conocimientos más allá de lo médico, ya que los espacios influyen en las relaciones entre las personas y la que mantienen con su entorno.
Ese es el significado del diseño de interiores, crear espacios que contribuyan al bienestar físico y mental de los usuarios, de forma que alcancen confort y equilibrio. Mejorar su calidad de vida. Se trata de descubrir cuáles son las necesidades de los usuarios y la función que se va a desarrollar para lograr soluciones inteligentes y sensibles. De nada sirve seguir tendencias o crear espacios innovadores si no pensamos en el ser humano que lo va a habitar.
Por estos motivos, el diseño de interiores no deja de ser un acto creativo en el cual deben combinarse la imaginación, el conocimiento, la originalidad, la investigación y la innovación de modo de producir los mejores resultados. Estas son las herramientas que nos van a permitir vencer los límites, derribar muros y confiar en nuestras posibilidades. En este punto quiero compartir con ustedes una reflexión de los diseñadores Erwan y Ronan Bouroullec: “El diseñador debe comprender la realidad presente y adueñarse de ella para ofrecer soluciones factibles. A continuación debe intentar ir más allá para cuestionar el futuro próximo e intentar sobrepasar los límites de lo realizable”.
Para finalizar quiero retomar algo que mencioné al principio respecto a las enseñanzas de los docentes. Y quiero destacar una en particular que no se enseña sino que se contagia: la pasión. La pasión por la docencia, por el diseño, por vernos crecer. Y eso solo puede lograrse cuando uno ama lo que hace. Tenemos que encontrar eso que amamos y hacerlo con pasión.
¡Felicitaciones graduados!
Muchas gracias.