Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso del Arq. Ignacio Bonifacino

Palabras del graduado de Arquitectura durante la segunda ceremonia anual de graduación de noviembre de 2013.

Buenos días.

Primero que nada quiero agradecer a la Universidad ORT y a los profesores por seleccionarme como representante de la Facultad de Arquitectura, y en segundo lugar a todas las familias de todos los graduados, porque sin ellas no estaríamos hoy aquí.

Cuando me propusieron dirigirles unas palabras en esta ceremonia me surgieron miles de preguntas que me acompañaron los 5 años de la carrera. Desde ¿qué es ser arquitecto?, ¿qué es la arquitectura?, ¿qué diseñamos?, ¿cómo será mi día a día en el futuro?, hasta ¿por qué elegí esta carrera?

La última pregunta en mi caso se responde muy fácil. Crecí en una familia que medio en broma medio en serio digo que es de arquitectos frustrados porque recuerdo perfectamente que a mi casa de la niñez le hicimos 14 reformas…¡14 reformas! Nunca dude de que estudiaría arquitectura,; estaba pactado, estaba en mi ADN. Comencé dibujando edificios con 5 años, y hasta pasaba horas con el juego de computadora Sims sólo para hacer casas.

La arquitectura es una profesión increíble que genera sensaciones. Además de ser indispensable para la vida del ser humano creo que tiene esa particular característica de contar sin hablar, de transmitir un conjunto complejo de sensaciones sólo con lo visual. En este punto recuerdo al arquitecto Peter Zumptor que en su libro “Atmósferas”, habla de la atmósfera como una sensibilidad emocional que funciona a una velocidad increíble y nos da mucha información. Para mi lo increíble de la arquitectura esta en ese punto, en transmitir sensaciones, emociones que son indescriptibles de manera inmediata. Creo que todas las personas en mayor o menor medida se pueden llegar a erizar cuando escuchan cierta canción, o contemplan un cuadro o una escultura, que no sabemos por que, pero sucede; la buena arquitectura genera lo mismo. Entramos a edificios, palacios, museos o viviendas que nos dejan sin palabras, sin poder explicar porque nos encanta estar ahí, y contemplar ese espacio, el juego de las luces, los colores, las texturas, los materiales.

Para terminar les cuento una anécdota. Cuando realizamos el viaje de arquitectura con la facultad, visitamos París, y el segundo día fuimos a conocer Notre Dame. Nos tocó un día divino de mucho sol, y nos morimos de calor haciendo la cola. Al entrar, me pasó algo que nunca había vivido. Caminé unos metros y me senté en uno de los bancos del fondo… solo. Sentía en el pecho una sensación muy rara que me cuesta definir. Pasar de la luz, el sol, el ruido de la gente, de los autos, a este espacio tan especial…. Esta penumbra que se iluminaba por los vitrales gigantes, el murmullo apagado de la gente caminando, una música tenue que invadía toda la catedral, el frío del interior y del mármol hicieron que me emocionara hasta las lágrimas. No se de qué, si de alegría, de admiración, de intriga frente a aquel fenómeno, de lo chico que me sentía entre esos arcos de piedra… sinceramente no se de qué…. Era una atmósfera increíble que nunca voy a olvidar. Era la atmósfera que todos los arquitectos queremos poder llegar a recrear alguna vez para los demás.

Muchas gracias.