Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso del Lic. Tomer Urwicz

Palabras del graduado de la Licenciatura en Comunicación durante la primera ceremonia anual de graduación de agosto de 2012.

Autoridades de Universidad ORT Uruguay, docentes, colegas, familiares y amigos: buenas tardes.

Es un placer poder comprobar, finalmente, que este momento existe, y que los 120 estudiantes que recibimos los reconocimientos tenemos en nuestras manos algo más que una simple placa que hará llorar a alguna madre o que en pocos minutos estará circulando por las redes sociales.

Tenemos un objeto material que simbólicamente, nos avala como profesionales capacitados en cada una de nuestras áreas.

Ese es, al menos, mi caso. Al principio, quería estudiar periodismo porque quería contarle cosas “importantes” a la gente, cosas que emocionaran a quien me leyera o escuchara, pero ahora me doy cuenta de que ese no era ni remotamente el motivo de mi elección, porque unos meses después ya estaba convencido de que yo era un hombre de radio, y que ese sería mi primer y único destino en un medio de comunicación, y algunos meses más adelante estaba convencido de que quería hacer televisión. Pero lo cierto es que hace ya cuatro años que no trabajo ni en radio ni en televisión, sino escribiendo en medios digitales e impresos.

Tomando esto como cierto, ¿por qué, entonces, alguien quisiera estudiar periodismo en una universidad, si los objetivos cambian con el paso de las estaciones, si las certezas son temporales y, por lo tanto, reina la inestabilidad, el cambio, y hay sacudidas vocacionales todos y cada uno de los días? ¿Por qué alguien querría acumular y sistematizar conocimientos durante cinco años seguidos si luego no será capaz de utilizarlos cuando la duda se siembre en su vocación, y sus convicciones se destruyan con cada artículo, con cada entrevista, después de cada reportaje?

Los periodistas somos profesionales porque cumplimos un rol que es necesario para la supervivencia de los seres humanos en la sociedad actual. Ustedes dirán: “Este pibe está loco. ¿Estudió una Licenciatura en Comunicación o hizo una carrera de medicina, que se cree… que está salvando el mundo?”. La realidad es que vivimos en una sociedad mediatizada, y la gente necesita disponer de determinada información porque le es importantes para la toma de decisiones de su día a día: si hay un paro en la salud, en la escuela a la que va su hijo, si aumentó el boleto, si en el país en el que vive se están cometiendo abusos de poder, solo por poner unos pocos ejemplos.

Pero para contar lo que le sucede a la gente no es necesario pasar por una universidad. A lo sumo basta con asistir a alguno de esos cursos cortos que se imparten en tantos institutos privados. Es verdad. Pero la diferencia es que ser un comunicador no significa poder contar lo que le sucede a la gente, sino tener capacidad de análisis, de entrecruzamiento de datos, de verificación de fuentes y de pensar desde marcos teóricos. O sea, ser un PRO-FE-SIO-NAL.

Significa tener una constante reflexión ética que permita mantener una lealtad con el público, sabiendo que ningún interés (empresarial o editorial) debe menoscabar el derecho a informar e informarse.

Significa, por tanto, un conocimiento para no recaer en informativos televisivos manchados de sangre o cámaras ocultas que no hacen más que poner en exposición a las propias víctimas.

Entonces, ¿un comunicador debe estudiar en una universidad para transformarse en un puritano? No. En todo caso se trata de ser capaz de pensar la sociedad desde la sociedad. Ser capaz de comprender los procesos de comunicación. Comprender que las nuevas tecnologías pueden ser relanzamientos de la prensa y no el fin de la lectura (como varios afirman, estancados en paradigmas obsoletos).

Ser un profesional en Uruguay es estar en un reducido grupo de menos del 7% de la población, según los datos del último Censo. No digo esto para jactarme de ser parte de una minoría elitista, al contrario, lo digo para que con las herramientas que se hayan obtenido durante la carrera se pueda mejorar la calidad de vida y el acceso a los bienes por parte de toda la población. Porque la comunicación también es un bien supremo de la democracia.

Las madres suelen preguntarles a sus hijos cuando regresan de la escuela qué aprendieron de nuevo en esa jornada. La madre de Albert Einstein solía consultarle a su hijo sobre qué nuevas preguntas formuló ese día. Y esa es la clave de la universidad y de la formación. No se trata de saber las respuestas. No se trata solamente de hacer un copete respondiendo a las cinco preguntas claves que debe contener toda noticia o armar un titular atractivo. Se trata de preguntar y de no cansarse de seguir preguntándose.

Así que no me queda más que agradecerles e invitarlos a hacerme todas las preguntas que quieran. Es solo cuestión de levantarse y gritar, total somos poquitos en este auditorio.

Gracias.