Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso de la Arq. Diana Pérez

Palabras de la graduada de Arquitectura durante la primera ceremonia anual de graduación de julio de 2011.

Autoridades de Universidad ORT, docentes, colegas, familiares y amigos, buenas tardes. Permítanme trasmitirles mi visión de la arquitectura; mi visión ya como egresada.

Es una visión acotada y posiblemente inexacta, debido a la corta vida de Arquitecta que he tenido…, unos meses apenas. No es un enfoque universal y seguramente no todos estén de acuerdo con ella…

Desde que empecé la facultad en el 2004, sabía que este momento iba a llegar, pero siempre lo veía lejano. Una entrega fue llevando a la otra; no voy a detallar el proceso de las entregas porque tanto egresados como docentes sabemos de qué se trata (así como familiares, amigos, funcionarios de la ORT, vecinos, taxistas, mascotas…, en fin). Fueron pasando los años, y de un momento a otro fui lanzada al mundo profesional, casi como automáticamente.

En ese momento entré en contacto con el día a día de la arquitectura. Mi primera experiencia laboral en este campo fue cuando yo estaba recién llegada de Alemania. Había pasado un año allí estudiando un máster en Arquitectura, gracias a un programa de intercambio que la Universidad ORT mantiene con una universidad alemana. Volví con la creatividad y la avidez por la experimentación a flor de piel. Pero de pronto me encontré con la realidad, las limitantes económicas, el “no justifica” y el agente más peligroso para la arquitectura: la especulación inmobiliaria.

Claramente, estos factores son inesquivables al momento de proyectar arquitectura hoy. Los productos de nuestra creación están dirigidos a satisfacer al usuario como fin último, un usuario que no somos nosotros. Si bien es cierto que de nada sirve hacer "esculturas" con un gran significado metafórico que a nadie sirven, no es menos cierto que si la arquitectura no nace de una idea generadora que trasciende lo meramente económico y/o técnico, no perdura. Así se sobrepueblan ciudades de edificios sin carácter, convirtiéndolas en ciudades sin carácter, sin identidad.

La arquitectura cuenta la historia de una ciudad, debe responder al espíritu de la época agregando algo más, brindando un aporte que impulse el desarrollo. Hay que ir más allá de lo meramente necesario y básico, un edificio debe ser algo más que una caja perforada o una pecera que resguarda de las adversidades climáticas, porque eso no es arquitectura. Si bien la realidad va a golpearnos constantemente, porque es imposible escapar de ella, no nos tenemos que olvidar de ese estudiante ingenuo y lleno de ideas surreales que una vez fuimos. No perdamos esa demencia vivida en las entregas en la que si el cartón o la maqueta no salía 100% bien era el fin del mundo, porque eso es el reflejo mismo de la pasión que sentimos todos por esta profesión que recientemente comenzamos a ejercer y que nos acompañará por mucho tiempo.