Primero que nada, quiero agradecer a la Universidad ORT Uruguay y a las autoridades por haberme seleccionado como representante de la Facultad de Arquitectura. Y segundo, agradecer a todas aquellas personas que han formado parte de este proceso con nosotros, familia, amigos, seres queridos, que sin su apoyo hubiera sido muy difícil hoy estar aquí.
Al momento que acepté la propuesta de estar aquí de pie frente a ustedes (que no son pocos) como orador, me puse a reflexionar sobre qué era lo que realmente quería transmitirles. Intenté pensar en alguna anécdota, como aquella vez que le tuve que decir no a una bandeja de milanesas caseras de mi madre el día de la entrega (quiero que sean conscientes de la gravedad de la situación). Pero decidí contarles sobre un video, un video que vi a principios de la carrera, poco antes de iniciar, que trataba de una entrevista a arquitectos egresados de una universidad en Valencia.
Se les hacían varias preguntas, pero yo recuerdo dos. La primera les pedía que definieran a la carrera de Arquitectura en tres palabras. Claramente se dijeron muchas cosas, pero las tres que más se repetían eran café, insomnio y estrés (ese era mi panorama antes de empezar). Me dije no, eso es en España, capaz que acá las cosas son diferentes. Efectivamente, unos años después y habiendo finalizado, puedo decirles que tenía razón, es muy diferente en Uruguay, sin lugar a dudas el mate jugó un papel muchísimo más importante que el café en mi carrera.
La segunda pregunta, era si volverían a elegir la carrera. Yo no sé si en algún momento alguno de ustedes se lo preguntó, pero imaginen que les quitan el título en este momento, ¿volverían a elegir su carrera? Mi respuesta es sí, porque considero que la arquitectura no solamente me ha dado las herramientas para poder ejercer en el ámbito que más me gusta, sino que también es en parte y gracias a ella que hoy soy quien soy. Esta carrera me ha ayudado a descubrirme a mí mismo, me ha hecho crecer como persona. Gracias a la arquitectura puedo decir que soy amante del diseño. Gracias a ella, pude descubrir un tipo de sensibilidad, la misma culpable que hizo emocionarme al estar parado frente a aquellos edificios que durante tanto tiempo había estudiado.
Elevó mi mirada, y me permitió apreciar el entorno en el que vivimos. Me enseñó de historia, de progresos, de fracasos, y de la importancia de nuestro rol en la sociedad. Es gracias a la arquitectura que pude cultivar una mirada estética, analítica, y un poder casi inentendible de poder pasar semanas o meses proyectando aquello que, de la mejor manera posible, pueda responder a las necesidades de todos.
Me enseñó el poder de la frase “tengo entrega”. Y es gracias a ella que hoy estoy aquí, intentando transmitirles algún concepto de lo que para mí significa ser arquitecto.
Me gustaría que todos los que estamos presentes, que finalizamos nuestras carreras, seamos conscientes y recordemos entonces que este título que a partir de hoy llevaremos bajo el brazo es mucho más que una herramienta de trabajo. Llegó el día de enfrentar el mundo real como tanta gente nos venía advirtiendo.
Sin lugar a dudas nos queda mucho por aprender, pero va a depender de nosotros mismos el avance. No tengamos miedo a los cambios, porque como les dije, ahora no solo hemos aprendido una profesión, sino que hemos aprendido a crecer y afrontar algunas dificultades que años atrás no hubiésemos sido capaces de afrontar. Propongámonos seguir creciendo, seguir aprendiendo y persiguiendo aquello que realmente nos gusta. Utilicemos nuestros títulos no solamente en la oficina. Sigamos descubriéndonos día a día, y ojalá que al momento de preguntarse si volverían a elegir su carrera, luego de hacer este repaso puedan responder sí.
Yo sí volvería a elegir la carrera de Arquitectura.
Felicitaciones a todos y muchas gracias