Discursos en ceremonias académicas

Segunda ceremonia anual de graduación 2019, 10/9/2019

Versión editada del discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

https://www.youtube.com/watch?v=5sudn5HTEQI

Buenos días a todos. Señores decanos, miembros del cuerpo académico de nuestra universidad, representantes de instituciones amigas, señores Amigos de ORT, queridos graduados y sus familias. Nos alegra compartir con ustedes esta ocasión tan especial.

Graduarse como profesional requiere capacidad y dedicación. Requiere aprender a postergar  gratificaciones, a trabajar en equipo, a reafirmar o reorientar las vocaciones. Requiere abandonar al liceal que fueron al comienzo y transformarse en universitarios más responsables, más autónomos, más adultos. Requiere determinación y resiliencia frente a los inevitables fracasos. Ustedes han cumplido con ustedes mismos y con los que confiaron en ustedes. ¡Pueden estar orgullosos!

Les agradecemos la oportunidad de haberles enseñado. Cuando uno enseña, dos aprenden. Nuestra misión no consiste únicamente en enseñarles técnicas profesionales. Nuestro rol como universidad es prepararlos para aprender, para tomar decisiones propias y autónomas, para ser críticos y autocríticos, para articular sus metas y ambiciones entendiendo lo que está en juego para ustedes y para los que los rodean. Como decía el gran Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz: “el aporte más importante de un profesor a un alumno es ayudarlo a encontrar su propia voz”. Esa es nuestra misión, esperamos haber cumplido. 

ORT cumple en el próximo año 140 años. ORT es una institución, es un proyecto y es una idea. Es la idea de que las personas deben ser autónomas para poder vivir una vida digna y que para alcanzar esa autonomía necesitan antes que nada educación. Por eso, si bien ORT en cada país y en cada época adopta formas diferentes, su espíritu es el mismo, brindar una educación de calidad que permita a las personas acceder a una vida digna e independiente.

Estamos orgullosos de lo realizado en nuestra historia, pero nuestro foco está en el futuro. No sabemos, nadie sabe, cómo será el futuro, pero sea como sea, desde ORT Uruguay nos comprometemos a hacer nuestro mejor esfuerzo para continuar aportando siempre la mejor educación posible a los uruguayos.

ORT es una institución judía abierta desde siempre para todos. Muchas culturas y religiones han aportado a nuestra civilización, cada una a su manera y desde su punto de vista. Una de las contribuciones más importantes del judaísmo es la enorme jerarquía que le atribuye al docente en una era de la antigüedad dominada por los dioses, los reyes y los generales.

El mejor ejemplo es la transformación de Moisés que al final de su travesía de 40 años en el desierto se entera que llegó a la puerta de la Tierra Prometida pero no va a poder entrar. Después de 40 años de travesía llegar hasta la puerta y no poder entrar, naturalmente podría haber hecho que Moisés se amargara o se rebelara, pero en realidad decidió transformarse de un líder político en un docente. Se dio cuenta que no podría acompañar físicamente a su pueblo a la Tierra Prometida pero que lo harían sus enseñanzas.

Y durante un mes convocó diariamente al pueblo para prepararlos relatándole historias y enseñándole las leyes, preparándolo para la sorprendente realidad de que la esclavitud es difícil, pero que la libertad es aún más desafiante, y especialmente para exhortarlos a transformarse en una nación de educadores. Esta magnificación de la educación es uno de los aportes más trascendentes y originales del judaísmo en la antigüedad.

La graduación ha significado históricamente el fin de la etapa de aprendizaje pero cada vez menos tendrá ese significado, porque la obsolescencia del conocimiento nos hará a todos estudiantes continuos. Mientras haya vida tendrá que haber aprendizaje, y solo mientras haya aprendizaje habrá vida activa.

Como dijo y predijo el gran Isaac Asimov que supo ver en el futuro: “la educación no es algo que uno puede terminar”. Deben prepararse para vivir en una sociedad de aprendizaje permanente en la cual las personas ya no tendrán solo que ser educadas sino que tendrán que ser educables. Una sociedad en la cual el aprendizaje ocurrirá durante toda la vida, en todo lugar y en todo momento. Parte del conocimiento lo adquirirán antes de tener que utilizarlo, otra parte mientras lo utilizan y otra parte lo tendrán que generar ustedes mismos. Será un cambio de paradigma respecto a la tradicional secuencia de “aprendo y luego aplico”.

No sabremos qué forma tendrá este mundo de conocimiento efímero, tecnología cambiante y aprendizaje continuo, pero sabemos que todos tendremos que aprender y continuar aprendiendo continuamente. Y por eso quiero que sepan, en nombre de la Universidad ORT Uruguay, que nuestro compromiso con ustedes no fue hasta hoy, es desde hoy.

Piensen en sí mismos como capaces de todo lo que quieran alcanzar. Lo que ustedes piensen sobre sí mismos va a afectar su futuro. No limiten sus expectativas sobre sí mismos y no dejen que otros las limiten. Nadie conoce su potencial, su capacidad de desarrollar su inteligencia ni su creatividad, ni siquiera ustedes mismos conocen ese potencial. Solo el esfuerzo personal y el cultivo constante de sus destrezas les mostrarán hasta dónde pueden llegar. No se esfuercen en buscar la aprobación de los demás, sean ustedes los más exigentes consigo mismos. No oculten sus debilidades ni ostenten sus fortalezas, sus debilidades son oportunidades de mejora, sus fortalezas puntos de apoyo para superarse.

No se descorazonen con los fracasos que son inevitables. La infalibilidad es divina, pero la resiliencia es humana. No podemos aspirar a no fracasar nunca porque fracasar es inevitable para todo el que se arriesga, pero podemos aspirar a desarrollar nuestra capacidad de recuperarnos y seguir adelante.

Formen sus propios puntos de vista y expongan sus opiniones con vigor y con confianza, pero escuchen siempre a los demás. Discrepen sin despreciar, discutan sin alienar, porque en el diálogo reconocemos la existencia de los demás y los demás nos reconocen. Discutan siempre en busca de la verdad, no de derrotar o de desacreditar al interlocutor. Hace falta valor para hablar, pero mucho más valor para escuchar, en especial escuchar a aquellas personas y opiniones que cuestionan nuestras creencias.

Recuerden que los que saben escuchar pueden oír lo que no se dice. La verdad absoluta raramente existe, debemos considerar las perspectivas de los otros, ver a los otros como ellos se ven y tratar de entender cómo los otros nos ven a nosotros. Los que creen que tienen toda la verdad asumen que los demás mienten o son ignorantes, y que por lo tanto es inútil escucharlos, y de esa manera nos aislamos en un paradigma de “ellos y nosotros” o “de ellos contra nosotros”.

Elijan siempre metas ambiciosas, objetivos que los desafíen, amigos, socios y colaboradores de los cuales puedan aprender y que no teman decirles lo que realmente piensan.

Recuerden que su vida no es una carrera al éxito, es una búsqueda de realización personal. Todos buscamos trascender y para eso nuestra vida debe tener una razón de ser, una sensación de desafío, de satisfacción espiritual, de contribución. Todos tenemos razones para vivir, pero para descubrirlas es necesaria una búsqueda profunda. Esas búsquedas que nos llevan a formularnos preguntas sin respuestas, pero que son esenciales para reflexionar sobre por qué hacemos lo que hacemos, o por qué queremos lo que queremos.

Alcanzamos nuestra plenitud cuando lo que queremos hacer intersecta con lo que debe ser hecho, cuando lo que nos motiva aporta y beneficia a los otros. Como dijo Víctor Frankl, el célebre psiquiatra que sobrevivió a Auschwitz, “no debemos preguntarnos solo lo que queremos de la vida, sino lo que la vida quiere de nosotros”.

Recuerden que como parte de la minoría más educada del Uruguay tienen especiales responsabilidades. No permitan el resquebrajamiento de nuestra sociedad. La democracia y el progreso requieren cohesión social, valores comunes y aspiraciones compartidas. Ni las grietas ni los muros deben ser parte de la cultura uruguaya.

Lamentablemente, parte de nuestro discurso nacional no construye comunidad sino islas aisladas que se oyen pero no se escuchan, se miran pero no se ven. No vemos a los interlocutores ni escuchamos lo que nos dicen, solo vemos sus imágenes preconcebidas y solo escuchamos lo que nuestros prejuicios nos dicen que vamos a escuchar. Los debates parecen monólogos y los intercambios parecen rituales. Pagamos un alto precio por esta fragmentación. La falta de discusión real no permite que las malas ideas se expongan y que las buenas ideas las sustituyan.

Traten de ver el mundo siempre a través de los sentidos, no de los prejuicios. Esto nos permitirá elegir mejor como uruguayos nuestros caminos al futuro, basados en un principio de realidad, no en base a fantasías u utopías.

Próximamente tendremos que elegir un nuevo liderazgo para nuestro país. Nuestro gran desafío como sociedad será definir cuáles son nuestras aspiraciones, porque una sociedad unida se apoya en un consenso sobre sus grandes aspiraciones y sobre lo que los ciudadanos están dispuestos a sacrificar para alcanzarlas. Debemos votar a quienes mejor representen nuestras aspiraciones de progreso. Nuestra aspiración no puede ser volver a la década de 1950 o reproducir lo que otros países han hecho.

Uruguay tiene una gran oportunidad de desarrollo en la sociedad del conocimiento. Ya no importa que seamos un país pequeño ni distante, porque una nación inteligente y educada no tiene límites en la era del conocimiento. Podemos prosperar con nuestra inteligencia y con nuestra creatividad, podemos producir y exportar conocimiento, tecnología e innovación que son las grandes fuentes de riqueza en el siglo XXI.

Por eso, si esa es nuestra visión, el enorme esfuerzo en atraer a nuestro país gigantescas plantas industriales que son las formas de desarrollo del siglo pasado, es controversial, no porque sean una mala inversión porque yo no sé, pero son una mala visión para los que aspiran a un país innovador, tecnológico y emprendedor. Creo que son resultados de una carencia de imaginación y de conformarnos con ambiciones limitadas.

Creo que debemos ser un país pequeño pero con sueños grandes y no debemos temer a los sueños. Soñar no es el opuesto de actuar, los sueños son las precuelas de los grandes proyectos.

Recuerden que la amenaza en este nuevo mundo no es el libre comercio ni los inmigrantes, ni los robots. La amenaza en este nuevo mundo es la ignorancia. La ignorancia es la gran barrera a cruzar al siglo XXI. No existen atajos para superarla ni eufemismos para disimularla. Una nación ignorante no puede ser libre. Descuidar nuestra educación es descuidar nuestra libertad y nuestra prosperidad. Una nación ignorante es dominada por charlatanes y demagogos. No son nuestras posesiones las que nos proyectarán al futuro, sino lo que hagamos por cultivar la inteligencia y el potencial de nuestros jóvenes.

La gran mayoría de los uruguayos no alcanza ni va a alcanzar nunca un título universitario. Esto limita el futuro de estos jóvenes, nos impide prosperar como sociedad y es una de las grandes barreras para transformarnos en un país desarrollado. Todos los que aspiren a gobernarnos en el futuro deben dar respuesta a este desafío existencial.

Queridos graduados, este es un gran momento para recordar y atesorar. Es un gran momento para congratularse a sí mismos y agradecer a los que los apoyaron. Culmina una etapa y empiezan nuevas. Busquen su camino personal pero no pierdan de vista que son miembros de una sociedad. Recuerden que una sociedad es más fuerte cuando apoya a los más débiles, es más rica cuando apoya a los más pobres, es más inteligente cuando educa a todos sus ciudadanos.

Recuerden que Uruguay fue, es y debe seguir siendo un gran país, y para eso necesita a sus hijos más educados. Triunfen desde Uruguay y hagan triunfar a su país. Busquen su propio camino, pero sepan que ORT siempre será su casa.

Muchas gracias.