Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso de la Arq. Mariana Taullard

Palabras de la graduada de Arquitectura durante la primera ceremonia anual de graduación de mayo de 2015.

Buenas tardes a todos.

Tengo la responsabilidad de dirigirles la palabra en nombre de esta generación de arquitectos.

Quiero centrarme en aquellos valores y principios que son pilares en nuestra profesión y en todas las profesiones. Quiero centrarme en lo que nos debe guiar siempre. Para eso permítanme prestarle mi voz a las palabras que hace apenas… 90 años atrás mi bisabuelo Alfredo Taullard le escribió a su hijo.

Porque en esencia en algunas cosas, las importantes, el mundo no ha cambiado nada.

Buenos Aires, 28 de febrero de 1925

Querido hijo Alfredo:

Bueno, ya estas inscripto en la Facultad de Medicina, de lo cual debemos felicitarnos mutuamente.

Es el último paso de tu carrera de estudiante, pero es el más largo y más difícil, por lo que como padre y amigo considérame en el deber de dirigirte estas líneas.

Al emprender esta última etapa, has de hacerlo sin apresuramiento ni ansiedad de recorrerla rápidamente, sino con calma y ánimo decidido, alentado por la "fe"- esa potencia invencible, cuando se sabe apreciar su fuerza y su valor. Con este bagaje podrás, hijo mío, descifrar en lo más alto del sendero la palabra "triunfo" que, escrita con caracteres pequeños, solo pueden leerla los que logran acercarse a ella.

No olvides que el éxito es hijo del trabajo, y bendice las "caídas" que te produzcan los tropiezos que encontrarás a lo largo del camino que, liso a veces, enmarañado y pedregoso las más, ha de conducirte a lo alto. Los triunfos conquistados a fuerza de tropiezos y dificultades, son los más seguros y duraderos. A veces el obstáculo es aparente, aunque tenga los mayores visos de realidad. Es que si nuestras fuerzas no fueran probadas y sacudidas, no sabríamos nunca hasta dónde puede llegar nuestra capacidad y resistencia.

Por eso, el que cae y no se queja, el que tropieza y sigue adelante, es un esforzado que cultiva su voluntad y su energía, hasta llegar a la anhelada cumbre. Aquellos que se lamentan y exclaman a cada rato: “no tengo suerte”, “todo me sale mal” empiezan por no comprenderse a sí mismos, puesto que desconocen el poder que poseen y no saben ejercitar, dejándolo en la inacción o en la indiferencia.

Hay que ser tenaz, constante y observador, procurando, con calma y serenidad, resolver el problema de la vida y resolver las dificultades que de pronto se te puedan presentar. Hay que tocar todos los resortes y aun cuando te “parezca” que no queda ya ninguno ¡Calma muchacho! No te desalientes por eso, siempre habrá algún “rinconcito” inexplorado, por donde forcejeando entrará, tarde o temprano, la luz a raudales.

¡Perseverancia! Ha sido siempre mi divisa y no dudo seguirá siendo siempre la tuya. Las dificultades- esas enormes piedras que encontramos a nuestro paso- no son más que los “medios” vencidos, para llegar a la “meta” y desde allí, sangrando por la dureza de los guijarros y las espinas del camino, poder decir triunfalmente, he llegado.

¿Qué importan las zozobras, las espinas agudísimas, los zarpazos de la suerte ni el egoísmo de otros, si la conquista del ideal perseguido deja de ser un mito, para convertirse en una hermosa realidad? ¡Sé valiente!

Para llegar al final de tu carrera solo tres cosas son necesarias: ¡perseverancia, perseverancia y perseverancia! Si- como no lo dudo- las pones en práctica, con entusiasmo y decisión, el éxito más halagüeño coronará tu esfuerzos. Solo así, saturado de confianza y fortalecido por la visión del éxito, saborearás el placer del esfuerzo y su recompensa que es el “éxito”.

Conserva esta carta, que más adelante ha de aplicarse igualmente a tus hermanos y recibe tú y todos ellos el cariño verdadero de un padre cuya única ambición es y será que sus hijos sean hombres de provecho.

Firma: Alfredo Taullard, mi bisabuelo.

¡Muchas gracias!