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Graduado en Biotecnología desarrolla una app para el tratamiento de la diabetes

01/12/2022
Fernando Slamovitz, graduado de Ingeniería en Biotecnología, es el creador de YEDA, una app que busca brindales a las personas con diabetes una mayor independencia para los tratamientos e información para tomar mejores decisiones. Con este emprendimiento acaba de ganar el concurso #elBiGPitch, organizado por la Fundación da Vinci. En esta entrevista cuenta cómo surge su interés en crear esta aplicación, cómo funciona y recuerda su pasaje por el Instituto Weizmann de Israel, donde terminó de especializarse en el tema.
Fernando Slamovitz, creador de YEDA

¿Cuándo y por qué surge YEDA?

Mi idea de hacer algo como YEDA surgió hace, por lo menos, 12 años, en una clase de biología de 4.o año de liceo, cuando estudiábamos el tema de la diabetes y la obesidad. Eso me llevó a que años después cursara Ingeniería en Biotecnología en la Universidad ORT Uruguay.

En 2016, ya terminando primero de facultad, comencé a profundizar en esta materia y la idea empezó a tomar forma. Desde ese momento lo hablé y busqué el apoyo de Juan Elenter, quien hoy en día es mi socio.

Ya desde esa época, supe de la relevancia del Instituto Weizmann en Israel para el sector y apunté desde un primer momento a formarme ahí para crear YEDA. Para mí era, literalmente, como irme al Real Madrid. Lo logré, y allá generé los contactos y los conocimientos necesarios para que el sueño se pudiera materializar y se democratizara el acceso a estas tecnologías en nuestra región.

¿Cómo funciona?

Hoy en día tenemos un producto mínimo viable (MVP) que está enfocado en ayudar a la persona con diabetes a gestionar su salud de manera independiente.

Básicamente, esto se logra a través de una app que integra diversos datos del paciente y, a través de inteligencia artificial, genera recomendaciones personalizadas para controlar su salud.

Esto se llama medicina de precisión, y apunta a predecir, a nivel personalizado, el impacto de diversos tratamientos (fármacos, dietas, cirugías metabólicas, estilo de vida) para generar el conocimiento necesario a la hora de elegir el mejor tratamiento para cada paciente.

Nuestro primer producto se enfoca en la diabetes tipo 2. En una visión mucho más a largo plazo, planeamos usar este primer producto como un vehículo que nos permita crear soluciones útiles para otros sectores de la población. Tenemos muchas líneas de trabajo que vamos a ir explotando, cada una en su momento. Tenemos por delante un camino largo y desafiante que nos motiva mucho.

Estás en una etapa de validación con médicos brasileros expertos en el tema de la diabetes. ¿Qué es lo que falta para que la aplicación esté disponible?

Ahora estamos terminando los registros legales y regulatorios de la empresa, así como la propiedad intelectual.

Fuimos probando e iterando nuestro primer producto en los últimos meses, y estamos prontos para empezar. Estimamos que en febrero podremos estar iniciando las operaciones como empresa. Vamos a empezar en Brasil (por el tamaño del mercado) y después planeamos venir a Uruguay, y luego evaluaremos incluir otros posibles territorios dentro de Latinoamérica.

Acabás de ganar el premio #elBigPitch, que se enmarca dentro del encuentro anual #MueveUY, organizado por la Fundación da Vinci. ¿Qué significa para vos el premio?

¡Un enorme reconocimiento! Las otras startups que presentaron estaban buenísimas y los evaluadores tienen un nivel tremendo. Es una motivación enorme y una validación más de que, si hacemos las cosas bien, vamos a encontrar el buen camino.

Nos encantó recibir ese premio y, aunque suene a cliché, nuestro verdadero premio es ver a una persona con diabetes mejorar su salud y calidad de vida utilizando YEDA, y percibir a nuestra empresa crecer.

Claramente, es un reconocimiento al trabajo que venimos haciendo todos los integrantes de YEDA. Además, quiero mencionar a Thales Lab, que hacen un trabajo muy generoso ayudando a startups en sus inicios. Agradezco especialmente a Sylvia Chebi (cofundadora de Thales Lab), que nos dio la oportunidad de ir a presentar YEDA.

*Fernando durante la entrega de premios, junto a Martina Meerovich, representante de Thales Labs*

Tuviste diferentes tipos de apoyos financieros para poder seguir con el proyecto y, como mencionás, uno de ellos fue el de Thales Lab, que generalmente se asocia con el software y no con la biotecnología. ¿Por qué creés que decidió apoyarte?

Creo que el software es una tremenda herramienta para generar cosas valiosas y este es un claro ejemplo. Mi visión es que estas colaboraciones entre distintos sectores son la base del futuro de la tecnología. Por ejemplo, sin ir muy lejos, nuestro equipo se compone de médicos, biotecnólogos, bioinformáticos, ingenieros con enfoque en inteligencia artificial, ingenieros en sistemas, expertos en negocios y abogados.

Este concepto de trabajo en equipo es algo que lo inculcan durante la carrera, y tuvimos excelentes materias con dedicados profesores referentes de cada área que nos ayudaron a entender esto.

¿Cómo es emprender en biotecnología en Uruguay?, ¿sentís que se puede dar una revolución en esta área como sucedió con el software?

Emprender en Uruguay y en la región es cada vez más accesible. Si bien no hay tanta cultura ni dedicación como en otros países, se está forjando ese ecosistema. Por un lado, están los emprendedores que arriesgan para cumplir sus sueños y, por el otro, las fuentes de financiamiento, grandes empresarios que dedican su tiempo, de manera muy generosa, para ayudar a estos emprendedores a recorrer el emocionante camino que ellos transitaron en el pasado.

A su vez, estamos en una etapa temprana de desarrollo para la biotecnología en Uruguay y la región, por lo que nosotros tenemos la gran responsabilidad de generar esa revolución.

Mi visión es un futuro en el que aparezcan estas oportunidades, porque las aplicaciones biotecnológicas son infinitas y esto está recién empezando. Es un lindo desafío y la ORT nos prepara muy bien para afrontarlo.

Estudiaste en el Instituto Weizmann de Israel, ¿cómo fue esa experiencia?

Increíble. Para mí fue un hito tremendo en mi carrera, porque lo anhelé y me preparé mucho para eso. La experiencia fue una locura, estaba en el lugar donde suceden las cosas. Las instalaciones y los recursos son increíbles.

Particularmente, me tocó estar allá en el inicio de la pandemia y el instituto hizo una colaboración con el ejército para montar un laboratorio capaz de testear 60.000 muestras de Covid-19 diarias. Literalmente, teníamos recursos humanos y financieros para hacer lo que fuera necesario. Fue una locura la velocidad y eficiencia con la que sucedió todo eso.

En cuanto al trabajo de laboratorio en sí, escribí mi tesis de grado sobre eso y, en unos meses, va a ser publicada la investigación en la prestigiosa revista Nature, cerrando una experiencia impresionante. Pero, sobre todo, me hice amigos increíbles con quienes seguimos hablando casi todas las semanas. Recomiendo este tipo de experiencias tan enriquecedoras a cualquier estudiante.

Me gustaría aprovechar este espacio para agradecer, una vez más, a todos los que me acompañaron en este proceso. A la facultad, profesores y referentes de biotecnología, a mi familia, amigos, Florencia, entre muchos otros. Porque sin ese apoyo nada es posible, y creo que es importante destacar esa parte más humana detrás de todo esto.

 

*Fernando con sus compañeros del Instituto Weizmann de Israel*

¿Sentiste que estabas preparado desde el punto de vista del conocimiento?

Me preparé muchísimo porque para mí era muy importante aprovechar esa oportunidad al máximo.

Estudié muchísimo sobre el tema por mi cuenta para llegar de la mejor manera posible, hice una pasantía en el Instituto Pasteur para practicar algunas habilidades antes de viajar y aprendí a manipular ratones de laboratorio mediante una materia electiva que cursé en la Facultad de Química.

En cuanto al conocimiento básico de ingeniería, biología, biotecnología y técnicas de laboratorio, sentí que estaba superbién preparado. Porque fui a un lugar en el que son todos estudiantes de máster para arriba, no hay estudiantes de grado, y aun así pude adaptarme muy rápido al trabajo.

Obviamente que aprendí muchísimo estando allá, pero sobre todo acerca de temas más específicos de las investigaciones de laboratorio. La carrera te da un pantallazo general de todo lo que tenés que saber, y después es cuestión de encontrar tu pasión y profundizar en ese tema.

 

*Fernando preparado para hisopar en el Instituto Weizmann de Israel*

¿Qué recordás de tu pasaje por la Facultad de Ingeniería de ORT?

Lo recuerdo con mucho cariño y amor. Fue una etapa muy linda que, a veces, cuesta disfrutarla en el momento. Y cuando te das cuenta de que sos un privilegiado y un afortunado de poder acceder a educación sobre algo que te gusta, empezás a disfrutar más el camino.

Recuerdo las horas de clases, de estudio, los compañeros y profesores, así como los nervios que pasás en cada etapa de la carrera. Ahora, ya recibido, estoy cada vez más agradecido a los profesores y a la institución en sí.

 

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