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Estudiantes y graduados como agentes de cambio

08/11/2019
Cuatro estudiantes y graduados de ORT cuentan su experiencia trabajando en organizaciones sociales y cómo la carrera que eligieron les permitió ayudar a otros.

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, es una de las frases célebres que dejó Nelson Mandela y que refleja la importancia transformadora de la educación. Precisamente, tener la posibilidad de utilizar el conocimiento adquirido en la universidad para colaborar en empresas sociales, apoyar a quienes más lo necesitan, generar un cambio en la sociedad y a la vez poder vivir de ello es de lo más gratificante, según coinciden cuatro estudiantes y graduados de distintas carreras de la Universidad ORT Uruguay que trabajan en diversas organizaciones sociales.

La Licenciada en Economía, Alejandra Rossi;  el estudiante de Analista Programador, Diego de los Reyes; la estudiante de Analista en Marketing, Marina Barboza; y el Licenciado en Diseño Industrial, Matías Lozano, cuentan su experiencia trabajando en Socialab, Teletón, Centro de Promoción por la Dignidad Humana (Ceprodih) y Ñandé, respectivamente.

 

Alejandra Rossi

    • Alejandra Rossi, Licenciada en Economía (Socialab)

      Rossi siempre fue una apasionada por lo social. Desde su época como estudiante de la Licenciatura en Economía en ORT ya había empezado a hacer voluntariado en distintas organizaciones. Sin embargo fue el hecho de trabajar en 2009 el programa de microcréditos de Techo lo que la acercó por primera vez al mundo del emprendedurismo social, un término que, en ese entonces, en el país no estaba muy difundido.

      “Ahí sentí que era mi vocación. En un inicio fue más voluntariado, pero luego me di cuenta de que me encantaba trabajar con emprendedores sociales y que quería hacer de eso mi modo de vida. Fue así que me fui metiendo en esa área”, rememora Rossi.

      Cuando culminó su carrera en ORT tenía claro que quería formarse en cómo lograr que las empresas y el mundo empresarial generaran impacto social. Trabajó como directora de Administración y Finanzas de Techo, en un programa para mujeres emprendedoras en Endeavor y luego ingresó como directora de Startups en Socialab, en donde acompañaba a los emprendedores sociales que estaban comenzando.

      Tras esas experiencias sintió que debía profesionalizarse aún más y viajó a Estados Unidos, para estudiar un Master of Business Administration (MBA) en Duke University con especialización en emprendedurismo social.

      Allí trabajó en Chrysalis, una empresa social que ayuda a reinsertar a todas las personas que están fuera del sistema laboral por distintos motivos: problemas de adicciones, problemas de salud mental o fueron recién liberados de la cárcel, por nombrar solo algunos.

      “Es difícil que una empresa los tome por el riesgo que implica y por lo prejuicios que hay. Entonces Chrysalis tiene diferentes emprendimientos, como empresas de limpieza, jardinería, entre otras, para emplear a estas personas. La idea es que esos empleos sean transitorios por un año o dos, para que sea el escalón que les falta para después conseguir trabajo como cualquier persona”, cuenta Rossi. 

      Su rol, en ese entonces, era pensar todo lo vinculados a las operaciones con una visión estratégica para el crecimiento. “Lo hacía mirando el modelo empresarial, pero sabiendo que el objetivo último era ayudar a estas personas”, explica.

      Mientras estudiaba en Estados Unidos, colaboró en un proyecto para que una comunidad de mujeres en India pudieran emprender vendiendo conservas que ellas mismas cocinaban, a la vez que recibían educación en áreas como los negocios.

      También, como parte del MBA, trabajó como consultora durante un semestre en Kenia, en una empresa social en la rama de la salud que, en las carreteras, tenía clínicas enfocadas en tratar enfermedades de transmisión sexual. Su público objetivo eran los camioneros y las trabajadoras sexuales. “Nuestro foco de trabajo fue evaluar su modelo de negocios o de ingresos, porque ellos habían empezado a brindar los servicios gratis, pero querían empezar a cobrar para poder subsistir y no depender de las donaciones”, cuenta la Licenciada en Economía.

      A su regreso en 2018, fue contratada como directora ejecutiva de Socialab, en donde permanece trabajando actualmente. Allí se encarga de coordinar el área de comunicación y difusión de las actividades de la organización,  está detrás de la sustentabilidad y estrategia de Socialab, y también se encarga de la forma en la que se apoya a los proyectos que tienen potencial de convertirse en empresas sociales. Según indica, al día de hoy, la organización ha apoyado a unos 60 emprendimientos en los últimos cinco años.

       

Diego de los Reyes

    • Diego de los Reyes, estudiante de Analista Programador (Teletón)

      Hace casi ocho años que Diego de los Reyes trabaja en Teletón. Ingresó por primera vez en 2007 como paciente para realizar una rehabilitación de cuatro semanas. Al tiempo comenzó a trabajar en el proyecto que desembocó en lo que hoy es Rampa, revista sobre discapacidad que es editada en la órbita de la Intendencia de Montevideo. En sus inicios, De los Reyes se encargaba del desarrollo web y de la producción de los contenidos.

      Luego de esa primera experiencia ingresó como funcionario fijo en Teletón, lo que, según cuenta, le ofreció un abanico de posibilidades.

      “A partir de allí aproveché que vivía en mi casa de Las Piedras con mis padres para ir ahorrando todo lo que podía. En 2012 compré un auto y eso me abrió un montón de puertas, una de ellas fue la de poder venir a la universidad. Antes, trasladarme solo desde Las Piedras se me hacía imposible”, explica De los Reyes, quien se está por recibir de Analista Programador en ORT, luego de haber ganado la beca Camino TICs.

      Cuenta que todos sus objetivos fueron logrados con mucho sacrificio. Su padre trabajaba 12 horas y no era viable quedarse todo ese tiempo en la universidad esperando a que lo pasara a buscar. Es por eso que cuando logró comprarse el auto, su novia lo acompañaba todos los días a facultad para ayudarlo a bajar y subir del auto, ya que era necesario, en cada una de esas instancias, armar y desarmar la silla de ruedas. “Me acompañaba todas las tardes a la universidad y me esperaba las tres horas para que yo pudiera capacitarme”, recuerda.

      Con el tiempo, y debido a la carrera que estaba estudiando, De los Reyes se fue vinculando cada vez más con el área de ingeniería de Teletón, sitio en el que sigue trabajando al día de hoy. Empezó configurando las computadoras y pasó a controlar parte de la base de datos e indicadores. Además desarrolló un software interno que le permite saber, por ejemplo, el stock que hay de sillas de ruedas, de qué tipo y cuántas se han entregado.

      “El sistema permite que si un técnico precisa una silla de ruedas, ingresa en el sistema, pone cuál quiere, con qué medidas y le muestra cuáles hay en stock”, señala el estudiante. A su vez, creó un sistema de alcancías que controla el dinero que ingresa por donaciones.

      Haber estudiado la carrera en ORT, según finaliza, le aportó muchas herramientas y conocimientos valiosos que fueron fundamentales para su desarrollo profesional.

Marina Barboza

    • Marina Barboza, estudiante de Analista en Marketing (Ceprodih)

      Ayudar a las mujeres jefas de hogar que se encuentran en situaciones vulnerables y capacitarlas para que puedan salir adelante con su propio emprendimiento, o para que consigan un trabajo. Ese es el objetivo principal que Ceprodih, organización de la cual forma parte desde hace cinco años Marina Barboza, estudiante de Analista en Marketing de ORT.

      Recientemente la organización comenzó a buscar la forma de difundir aún más una de sus iniciativas centrales, que apoya a emprendedoras y en el que participan varias madres de familia: Halo. Para eso, Ceprodih se propuso crear un área vinculada a marketing y comunicación, liderada por Barboza, con el objetivo de llegar a más personas con sus productos.

      “Además de tener sus propios emprendimientos, para los cuales nosotros las ayudamos, las mujeres también colaboran en la realización de los productos de Halo, que son bolsos de playa, nécessaires, sobres, carpetas o billeteras, por ejemplo. Son hechos con lona reutilizable donado por empresas y les permite tener un ingreso más o menos seguro”, explica Barboza. Sus principales compradores son las compañías que utilizan los productos como regalos empresariales.

      Los cursos que imparte Ceprodih son más de diez y van desde textiles hasta de belleza o gastronómicos. “Nosotros seríamos el nexo entre la emprendedora y las empresas. La empresa nos busca, a través de sus programas de responsabilidad social, nos contrata el servicio de catering o nos compra los productos como regalo empresarial”, dice la estudiante de Analista en Marketing. 

      Explica, también, que el apoyo económico que reciben es de la comunidad, a través de contactos con empresas, eventos, desayunos empresariales, cenas, y bingos, entre otros eventos. El objetivo, ahora, es comenzar a vender los productos al consumidor final además de a las empresas. “Para eso generamos las redes sociales de Halo y por ahí es que vamos a intentar llegarle al público común que prefiera comprar un producto en vez de donar dinero. De esta forma, también nos está ayudando porque detrás de cada producto hay dos o tres madres que trabajan en él”, indica. 

      La carrera de Analista en Marketing en ORT, comenta Barboza, le cambió “totalmente la forma de ver las cosas”. “Yo había empezado más como administrativa y una vez que empecé a estudiar Marketing comenzamos a armar todos los contenidos de otra forma, generamos redes sociales para Halo, que antes no había, y cambiamos incluso hasta las presentaciones”, dice.

      Ahora, la organización intenta llegar al cliente de otra forma: ofreciéndole productos y servicios específicos para satisfacer sus necesidades. “Antes les mandábamos todo a todos y a veces era tanta la información que el cliente ni miraba el producto o servicio que se le brindaba. Eso lo aprendí el semestre pasado: tratar de estudiar un poco más al cliente antes de ir a vender los productos. Es más efectivo”, cuenta. Y agrega que empezaron también a contar más historias y no únicamente a pedir que donaran. 

      “A medida que voy teniendo más materias que son diferentes, las voy aplicando en Ceprodih. Lo bueno es que en la organización tenemos libertad para proponer cosas”, finaliza Barboza. 

       

Matías Lozano

  • Matías Lozano, Licenciado en Diseño Industrial (Ñandé)

    La creación de un baño para situaciones de emergencia —que fue parte de sus tesis de grado de la Licenciatura en Diseño Industrial de ORT— fue lo que conectó a Lozano con el Proyecto Ñandé, empresa social dedicada a la construcción de viviendas que en ocho años de vida ya lleva generadas más de 200.

    Instaló el primer baño en una casa de un vecino en el barrio Casavalle, en el mismo lugar donde estaba la Escuela de Oficios Don Bosco, del Movimiento Tacurú, perteneciente a la comunidad de los Salesianos, que ofrece una formación en oficios gratuita para adolescentes.

    Educadores de la escuela estaban buscando una forma de sostener el funcionamiento del centro educativo con un emprendimiento propio y decidieron dedicarse a la construcción social de viviendas. En ese momento, Lozano ingresó a trabajar y comenzó a colaborar en el proyecto.

    Las casas son prefabricadas y para construirlas se utiliza un novedoso sistema creado por ellos mismos, que se basa en la producción de paneles que incorporan instalaciones eléctricas y aberturas. Esta modalidad permite que las casas se hagan en el taller, lo que ahorra tiempo y recursos de montaje. 

    “Los trabajadores son del barrio o de barrios aledaños y la mayoría ha atravesado un proceso educativo en la Escuela de Oficios Don Bosco. Lo que hace el proyecto es tomar a esas personas y las capacita en carpintería, pintura, armado de casas, siempre enfocados en el desarrollo personal de sus integrantes”, dice el diseñador industrial, quien también ha brindado cursos de carpintería en esa escuela.

    Según cuenta, hay unas 20 personas que trabajan en el taller, lo que les ha permitido “desarrollarse a nivel económico, personal, grupal y familiar”.

    Las casas, explica Lozano, se hacen a través del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente o de intendencias. En cuanto al ministerio, hace unos años atrás trabajaron a través del programa Cercanías y Uruguay Crece Contigo, con los cuales intervinieron los asentamientos: se retiraron las casas que estaban en peores condiciones, se reacondicionaron o construyeron de nuevo. En el caso del vínculo con las comunas, la organización ayudó en los realojos de inundados en Salto, Paysandú, Artigas y Montevideo.

    “Las utilidades que genera el proyecto se reinvierten en la Escuela de Oficios para mejorar su capacidad educativa y en otras obras sociales de los Salesianos que no tengan un fin pastoral, como puede ser un taller de cocina o la compra de una máquina para un taller de carpintería”, concluye Lozano.

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