Durante el evento Fenicio Talks 2025, organizado por la plataforma de comercio electrónico Fenicio, el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT Uruguay, Ing. Eduardo Mangarelli, y el director de IMAS de Urudata, Pablo García, MSc, analizaron los desafíos y oportunidades que plantea la inteligencia artificial en el mundo empresarial.
“La IA es fácil de usar y fácil de usar forma incorrecta”
Mangarelli comenzó por distinguir dos grandes paradigmas tecnológicos. Por un lado, la IA histórica, aplicada desde hace décadas a tareas específicas como el reconocimiento de imágenes o el análisis financiero. Por otro, la IA generativa, que irrumpió con herramientas como ChatGPT y se convirtió en un fenómeno de adopción masiva.
Para ilustrar los diferentes niveles de impacto de esta tecnología, el decano presentó los cuatro cuadrantes de adopción: la productividad personal, la productividad organizacional, el desarrollo de software y la integración de IA en productos y servicios.
Sin embargo, advirtió sobre un riesgo común:
“Estas herramientas son muy fáciles de usar y con el beneficio del riesgo, porque también son muy fáciles de usar de forma incorrecta”.
Subrayó la necesidad de entender las limitaciones de los modelos, incluyendo las llamadas alucinaciones, para aprovechar su potencial sin perder precisión.
De la automatización a la experiencia significativa
En su intervención, Pablo García centró la mirada en el terreno empresarial y describió el ciclo actual como una etapa de experimentación acelerada, pero con una “tasa de fracasos enorme” cuando los proyectos carecen de objetivos de negocio definidos:
“Estamos en un ciclo donde las empresas están experimentando, pero si uno no arranca con un objetivo claro que impacte los indicadores de la organización, son proyectos de bajo compromiso.”
García explicó que las áreas de ventas y marketing lideran la adopción de IA, aunque la mayoría de los proyectos aún no transforman estructuralmente los modelos de negocio, sino que actúan como aceleradores de productividad.
La personalización como nueva frontera
Mangarelli destacó que el verdadero diferencial no está en tener un chat inteligente, sino en repensar la experiencia del usuario aprovechando las capacidades de microsegmentación y personalización que ofrece la IA:
“Hacer un chat inteligente hoy es el piso de lo básico. La experiencia rica empieza cuando entendemos la necesidad real del usuario y rediseñamos su recorrido a partir de lo que la tecnología permite.”
Esta visión, explicó, coloca al usuario en el centro y transforma la relación entre empresas y clientes en un proceso de aprendizaje continuo impulsado por los datos.
Fracasar barato y aprender rápido
Otro de los conceptos clave de García fue la necesidad de gestionar el riesgo y asumir el fracaso como parte del proceso innovador. “Casi todos los proyectos de tecnología fracasan, entonces el tema es cómo voy a fracasar: tengo que fracasar barato”, sostuvo.
Propuso equipos pequeños de experimentación, de no más de tres personas, que prueben una idea durante dos semanas antes de escalarla. "Si una organización no está cancelando proyectos, no está innovando realmente”, agregó.
Sobreestimar y subestimar la IA: el equilibrio necesario
En la parte final de su intervención, Eduardo Mangarelli invitó a reflexionar sobre los extremos en los que suele caer el debate sobre la inteligencia artificial. Para él, el desafío está en ubicarse en el lugar correcto entre sobreestimar y subestimar la tecnología, evitando decisiones apresuradas o basadas en titulares alarmistas.
“Vivimos en una sinusoide de extremos. Por un lado, informes que dicen que el 95 % de los proyectos fracasan; por otro, declaraciones como la de Geoffrey Hinton, premio Nobel, que asegura que la IA tiene un 50 % de riesgo de extinguir a la humanidad. Y también están las frustraciones personales, cuando alguien dice: ‘Lo probé y no sirve para nada’. Todo eso genera ruido.”
“La invitación importante es a la reflexión desde el conocimiento, a ponerle el filtro adecuado a la información. El título no dice nada; lo importante es el análisis de lo que hay por dentro.”
Hacia el cierre, Pablo García retomó la conversación con una analogía sobre la productividad para ilustrar cómo la IA se integrará a la vida cotidiana: “Pienso en dos jardineros: uno con su carretilla y tijeras, y otro joven que usa máquinas eléctricas. Este último tiene una productividad increíble y hace tres veces más trabajo. Ese va a ser el cambio de la IA: la vamos a usar sin darnos cuenta de que la estamos usando.”
Mangarelli coincidió en que la evolución tecnológica seguirá mejorando en velocidad, precisión y naturalidad, pero enfatizó que su verdadero impacto dependerá de cómo las personas y las organizaciones la adopten:
"El futuro de la IA será consecuencia de nuestro comportamiento y de las decisiones colectivas que tomemos sobre su uso".