Durante años, Francisco había enfocado su vida profesional en el mundo del deporte. Era profesor en un gimnasio y nunca había considerado otra opción. Sin embargo, casi sin darse cuenta, empezó a interesarse por el universo digital: veía videos, leía artículos y exploraba herramientas sin un objetivo claro. Lo hacía por curiosidad, pero con una fascinación creciente.
La noche del 16 de febrero sería clave. Un amigo le comentó que comenzaría la carrera de Analista en Marketing Digital y Comercio Electrónico en ORT. Francisco sintió una certeza inmediata: eso era lo que él también quería estudiar. Lo dijo en voz alta, sin pensarlo demasiado. Y aunque muchos creyeron que era solo una ocurrencia pasajera, tres semanas después ya estaba iniciando sus clases. Aquella decisión impulsiva terminaría cambiándole la vida.
Del interés autodidacta a la formación profesional
El interés de Francisco por el marketing digital comenzó desde un lugar intuitivo.
Le atraía la posibilidad de crear, de generar impacto, de convertir ideas en proyectos reales. Veía cómo otras personas diseñaban estrategias, lanzaban tiendas online, construían marcas con identidad, y algo en él se activaba.
“Había una mezcla entre admiración y deseo de probar”, cuenta. Empezó a experimentar por su cuenta. No entendía del todo, pero tenía una curiosidad que no paraba de crecer. Con el tiempo, entendió que no era solo una disciplina: era una forma de pensar, de comunicar, de conectar.
En el marketing digital encontró un espacio que desafiaba tanto su creatividad como su capacidad estratégica. Un mundo en constante cambio, con lugar para quienes se animan a aprender haciendo.
Estudiar en ORT: una experiencia transformadora
Francisco destaca su paso por la universidad como una etapa clave en su desarrollo personal y profesional. Desde el primer día se sintió acompañado por docentes comprometidos, compañeros motivados y un entorno que favorecía el crecimiento.
“Cada clase me daba herramientas que podía aplicar directamente en mis proyectos”, resume. La carrera se caracterizó por un enfoque práctico y actualizado, en diálogo constante con el mercado laboral.
Además de la formación técnica, valora especialmente la oportunidad de trabajar con casos reales, participar en desafíos y escuchar a profesionales del rubro. Todo esto lo preparó para desenvolverse con seguridad en distintos contextos.
Aprendizajes que van más allá del aula
A lo largo de la carrera, Francisco adquirió conocimientos clave en análisis de marca, posicionamiento, estrategia digital y comercio electrónico. Aprendió a identificar oportunidades, diseñar propuestas de valor y tomar decisiones informadas.
Pero también descubrió algo más profundo: que es capaz de adaptarse, de aprender en la incertidumbre, de avanzar incluso sin tener todo resuelto. “Entendí que no siempre hace falta tener un plan perfecto. A veces alcanza con seguir una intuición y dejarse sorprender por lo que uno puede llegar a ser”, reflexiona.
El primer paso en el mundo laboral
Solo tres meses después de comenzar la carrera, tuvo su primer desafío profesional. Conversando con un conocido, se enteró de que quería digitalizar su empresa de gestoría. Sin dudarlo, le pidió la oportunidad de ayudar.
No tenía experiencia formal, pero sí muchas ganas. A fuerza de prueba y error, fue afinando procesos, aprendiendo herramientas y adaptando estrategias. El negocio empezó a crecer de manera sostenida… y él también.
“Fue un proceso de mucho aprendizaje, pero también de validación personal”, cuenta. Hoy, ese emprendimiento sigue activo, y Francisco lo sigue acompañando como consultor.
Presente independiente y con nuevos desafíos
Actualmente, trabaja de manera 100 % independiente. Colabora con distintas marcas y desarrolla proyectos propios vinculados al marketing y al comercio electrónico.
Si bien tuvo una etapa en relación de dependencia, que le permitió ganar experiencia y entender dinámicas de trabajo en equipo, hoy apuesta a un camino más flexible y personal. Se describe como alguien en constante aprendizaje, buscando nuevos retos y persiguiendo sueños que, años atrás, ni siquiera se animaba a imaginar.