Con motivo de la reedición de las memorias del diplomático, por parte de la Comisión Rodríguez Fabregat, este acto contó con la presencia de los expresidentes de la República, Dr. Julio María Sanguinetti y Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, así como también del exintendente de Montevideo y exministro de Educación y Cultura, Dr. Ricardo Ehrlich. La actividad contó con el periodista Tomás Friedmann como moderador.
El reconocimiento al Estado de Israel
El expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera ofreció una reflexión personal, atravesada por su fe, su formación histórica y su lectura del contexto actual. “Para mí, hablar de la tierra santa como cristiano implica ir a la raíz de mi fe. Nosotros encontramos en ese lugar la fuente de nuestros valores y, en la tierra de Abraham, nuestro padre, la fe”, señaló.
A su entender, lo ocurrido en 1947 en Naciones Unidas no puede desvincularse de la larga historia de ese territorio.
Recordó que fue una región disputada durante siglos, por imperios como el persa, el otomano, el romano, el británico, incluso por Alejandro Magno. “Quizás sea donde más sangre se ha derramado”, dijo, subrayando la complejidad del conflicto.
Al referirse a Enrique Rodríguez Fabregat, remarcó su papel central en ese momento histórico: “Para personas medianamente cultas es imposible no saber que existió Rodríguez Fabregat y que estuvo vinculado en forma primaria y decisiva" a la votación de 1947. Dijo que prefiere no referirse a este hito como la "creación" del Estado de Israel, sino hablar del reconocimiento de una realidad: "Allí volvía a haber un Estado, donde había presencia de 3000 años".
Confesó haberse emocionado al leer las memorias recientemente reeditadas. Y destacó la forma en que Rodríguez Fabregat asumió su responsabilidad en la ONU: "Lo hace con una responsabilidad que ojalá se viera hoy en día en las Naciones Unidas".
Un puente con el presente
Ricardo Ehrlich integró la mesa a sugerencia del presidente de la República, aunque aclaró que no hablaba en nombre del mandatario. Su intervención propuso una lectura introspectiva de las memorias de Enrique Rodríguez Fabregat.
"Abrí un libro y encontré un puente con el presente", expresó, aludiendo al poder evocador del testimonio de Rodríguez Fabregat en un mundo que aún hoy busca salidas al conflicto. A través del relato del diplomático, dijo haber vislumbrado "alguna rendija de esperanza".
Destacó especialmente dos rasgos: la humanidad y el coraje. Humanidad en la capacidad de Rodríguez Fabregat para empatizar con el sufrimiento de las víctimas de guerra. "Cuando en sus memorias recorre ‘las vías dolorosas’, los campos y los hospitales, él habla de ‘descender a los círculos del infierno’", citó Ehrlich, subrayando la crudeza del relato. Coraje en cuanto a una actitud activa que asumió el diplomático en una Palestina convulsionada por tensiones y amenazas. Recordó que Rodríguez Fabregat tituló esa etapa de su labor como "trabajar en la sombra de la horca".
"Hablo de humanidad. Hablo de coraje", concluyó, dejando en claro que el legado de Rodríguez Fabregat no se agota en un hecho histórico, sino que sigue interpelando al presente.
El profesor que se convirtió en político
El expresidente Julio María Sanguinetti fue el último en tomar la palabra, con un discurso cargado de memoria afectiva y política. "Este acto me genera una tormenta de recuerdos, impresiones, razonamientos, de tal magnitud que no se me hace fácil ordenarlas", comentó.
Sanguinetti destacó el talento de Rodríguez Fabregat tanto en la palabra escrita como en la oralidad: "Enrique era extraordinario escribiendo y extraordinario hablando". Recordó que su vocación original estuvo en la docencia y la literatura, y que no aspiraba a la carrera diplomática: "Como dice Daniel, su hijo, él nunca ni había soñado con ser diplomático. Era profesor, era literato y era político".
"Esta magnífica construcción que fue Israel, fue la última vez donde las dos potencias estuvieron de acuerdo", dijo en referencia al respaldo de Estados Unidos y la Unión Soviética.
Rememoró especialmente su regreso a la vida política en 1962, cuando fue convocado por el entonces presidente Luis Batlle Berres para integrar la lista al Consejo Nacional de Gobierno. “Lo recibimos en el diario Acción con aplausos. Su primera intervención fue en la explanada del Teatro Solís. Recuerdo que hizo un discurso extraordinario, inspirado en el mundo. Era un orador impresionante”, relató. "Cuando Luis Batlle lo llamó, llamó al político. Era lo que se precisaba en ese momento. Estábamos a la salida de la guerra".
Legado y una mirada al futuro
Raquel Fogel y Ernesto Stolowicz, integrantes de la Comisión Rodríguez Fabregat, recordaron a la Prof. Charlotte de Grünberg, por haberlos acompañado siempre en su tarea y haberles dado ánimo. "Era un orgullo trabajar con ella".
"El pueblo judío lleva 77 años de independencia y es realmente un orgullo haber establecido un estado como el estado actual de Israel", enfatizaron. Sin embargo, "todo el pueblo judío siente que tiene una asignatura pendiente: lograr que se cree un estado árabe contiguo, un estado hermano, que viva en convivencia con el Estado de Israel".
Por su parte, la embajadora de Israel en Uruguay, Michal Hershkovitz, rindió homenaje a Rodríguez Fabregat por su rol protagónico en la partición.
"Uruguay ha ocupado un lugar fundamental en la historia de Israel", manifestó, al tiempo que reconoció que el reconocimiento y el apoyo de Uruguay no fue simbólico: Israel instaló su primera embajada en América Latina en Montevideo. “Desde entonces, nuestras relaciones diplomáticas, culturales y de cooperación se han fortalecido en múltiples áreas. Esta amistad atravesó gobiernos y partidos”.