Discursos en ceremonias académicas

Tercera ceremonia anual de graduación 2022, 21/11/2022

Versión editada del discurso del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, durante la ceremonia de graduación.

https://www.youtube.com/watch?v=UJZs7LLD2Wo

Señora Directora General de ORT Uruguay, señores decanos, miembros del cuerpo académico de nuestra universidad, señores amigos de ORT, queridas graduadas y graduados y sus familias, queridos amigos, colegas.

Nos reencontramos en persona este año luego de una larga postergación. Los extrañamos. Hoy quiero felicitarlos por su graduación.

Quiero también agradecer a nuestra comunidad universitaria. Les quiero agradecer por su inigualable espíritu y dedicación que nos permitieron seguir enseñando durante la pandemia. Súbitamente el 13 de marzo de 2020, lo que teníamos y lo que sabíamos quedó obsoleto, los edificios vacíos, los salones desiertos, las bibliotecas cerradas, los laboratorios inutilizables. Nuestra experiencia era inaplicable, nuestros colegas en todo el mundo tan desorientados como nosotros, no había a quién pedir consejo. Ante un shock como este nos puede dominar el pánico, la confusión y la desazón. En un momento como ese hace falta más que profesionalismo, hace falta un sentido de misión, un sentido de comunidad, un sentido de destino compartido.

Nos enorgullece la manera en que la familia ORT estuvo a la altura de este desafío. Y por eso quiero agradecer hoy acá al equipo docente por el enorme esfuerzo en aprender nuevas herramientas, a los equipos técnicos y administrativos por desplegar en tiempo récord nuevas y complejas tecnologías. Al personal de limpieza, de vigilancia, de mantenimiento que nos acompañó en edificios desiertos durante meses. Al vicerrector, al administrador, a los decanos, a los secretarios docentes, a las autoridades de cada carrera por su excepcional liderazgo. Gracias, gracias a todos.

Como ustedes saben, ORT cumplió más de 80 años en Uruguay. Fue fundada por inmigrantes judíos, muchos de ellos refugiados del régimen nazi que asesinó a sus familias, le robó sus posesiones, les impidió ejercer sus profesiones y les quitó su ciudadanía. Estos inmigrantes no llegaron llenos de odios, trajeron la voluntad de construir, de desarrollar. Nuestra Directora General es un ejemplo de uno de estos testigos sobrevivientes.

ORT es más que una institución, es una idea y por eso es un proyecto siempre en construcción. Es la idea de que las personas no pueden ser libres sin educación. ORT ha cambiado mucho en estos 80 años, pero nuestro compromiso permanece incambiado. El compromiso de brindar educación de calidad que permita a las personas llevar una vida digna y autónoma. El compromiso de conocer y entender a cada alumno en su individualidad y apoyarlo de la mejor manera. El compromiso de estar siempre vigilantes de los cambios científicos y tecnológicos e incorporarlos a nuestra enseñanza. 

Nuestra filosofía educativa ubica al alumno en el centro de nuestras actividades y nuestras decisiones. El alumno es el protagonista, el docente el que lo orienta, apoya e inspira. La universidad la que brinda el marco para que todo esto ocurra. Muchos pueden ayudar, pero el aprendizaje es un proceso que ocurre en el alumno y por el alumno, nadie puede aprender por otro. La relación entre docente y alumno es la poción mágica que facilita el aprendizaje. El buen docente sabe estar cerca del alumno cuando lo necesita, pero sabe guardar la distancia para que su sombra no le impida crecer. Demasiada cercanía nos vuelve dependientes, demasiada distancia nos vuelve vulnerables.

Estamos orgullosos de nuestra historia, pero nuestro foco está en el futuro. No sabemos cómo será ese futuro, pero sea como sea nos comprometemos a continuar aportando la mejor educación posible a los uruguayos.

Como ustedes saben ORT es una institución judía. Muchas culturas y religiones han aportado a nuestra civilización, cada una a su manera y en su momento. Una de las más importantes enseñanzas del judaísmo es que nada en vida es irreparable. Nunca es tarde para mejorar. Según la Torá, mejorar no solo es posible, es una obligación, y no solo una obligación para sí mismo, es una obligación para los demás. Cada uno debe ser "guardián de su hermano". Debo considerar los derechos de mi hermano como mis obligaciones. No puedo esperar que mis derechos se cumplan sino cumplo con las obligaciones que tengo con otros.

No hay nada que brinde más sentido a nuestra vida que actuar en beneficio de otros y sin esperar a que nos den aprobación. Es interesante, en la enseñanza judía, que a pesar de la total obediencia que requiere la religión a los preceptos, existen momentos y circunstancias en que se espera que actuemos por nuestra cuenta. Por eso Dios le dice a Abraham en un momento clave: "camina adelante mío". De allí la tradición judía de aventurarse a lo desconocido y de recorrer los caminos menos frecuentados. Desde Moisés que se llevó un pueblo esclavizado a una tierra lejana por un camino desconocido hasta Cristóbal Colón, muy posiblemente un judío buscando nuevas tierras lejos de la intolerancia. O Sigmund Freud buceando en los territorios desconocidos de nuestro interior, o por supuesto Albert Einstein en una expedición intelectual sin precedentes en nuestro universo.

La Torá nos advierte desde bastante antes que existiera el Silicon Valley, que para ser innovadores es necesario estar preparados para pasar un tiempo en el desierto.

Queridas graduadas y graduados. Recuerden que la graduación no es el final de su aprendizaje, es solo el fin del comienzo. La obsolescencia del conocimiento nos va a transformar a todos en estudiantes continuos. No sabemos qué forma tendrá este mundo de conocimiento efímero y tecnología cambiante, pero sabemos que todos tendremos que aprender y reaprender continuamente. Recuerden siempre que una vida satisfactoria no es una carrera al éxito. Todos buscamos trascender y para eso nuestra vida debe tener un sentido. Los objetos y los reconocimientos pueden ser parte de una vida satisfactoria, pero no son lo que le dan significado.

Crean en sí mismos, porque si no nadie va a creer en ustedes. No limiten sus expectativas sobre sí mismos y no dejen que otros las limiten. No busquen la aprobación de los demás, sean ustedes los más exigentes consigo mismos. No aspiren a no fallar nunca, aspiren a recuperarse siempre. Elijan siempre metas ambiciosas, objetivos que los desafíen, amigos y socios que no teman decirles lo que ellos piensan. Superar a los demás no es lo importante, el gran desafío es superarse a sí mismo. Piensen siempre en las consecuencias de sus acciones, los demás también existen. Recuerden que la inteligencia es un atributo, pero la empatía es una opción.

Escuchen siempre a los demás, discrepen sin despreciar, discutan sin alienar. Escuchar requiere coraje. Cuando escuchamos somos vulnerables, permitimos que las creencias de otros cuestionen nuestras certezas. Pero escuchar es el antídoto contra la idea de que somos el centro del mundo. No discutan para prevalecer, discutan para entender. No piensen que los que piensan distinto están siempre equivocados o son ignorantes. La búsqueda de la verdad es siempre sinfónica y un país como el nuestro requiere el aporte de todos. Nuestra sociedad no puede vivir dividida en "ellos contra nosotros".

Tengan cuidado con el culto a la identidad. Vivimos una época de obsesión con la identidad, parece que ya no somos personas sino etiquetas. Ya no importa lo que pensamos o lo que sentimos, lo importante es si somos chetos o planchas, izquierdistas o derechistas, profesionales u obreros, tímidos o populares, religiosos o ateos. El identitarismo abona el prejuicio. Siempre nos parece que sabemos lo que el otro piensa o siente porque lo asignamos a alguna categoría, pero todos perdemos cuando nuestra identidad es más importante que nuestros proyectos. Todos perdemos cuando lo que soy se vuelve más importante que lo que quiero ser.

Queridas graduadas y graduados. Nuestras familias crearon un gran país, mejorable pero nuestro. Ahora es su misión cuidarlo y cultivarlo, en especial debemos asegurar que seguimos siendo un solo país. El Mundial de fútbol no puede ser nuestro único proyecto colectivo. No debemos transformarnos en un conjunto de tribus con lenguajes distintos y proyectos incompatibles. La democracia y el progreso requieren cohesión social, valores comunes y aspiraciones compartidas. Me preocupan las fronteras, no las que nos separan de otros países sino las que amenazan con separarnos entre nosotros. Las fronteras ideológicas nos diferencian, pero no nos deben separar. Debemos discutir más sobre ideas y menos sobre ideologías.

La educación fue en una época, y deberá ser nuevamente nuestro gran integrador, pero nuestra educación no está pudiendo cumplir ese rol. Esa es nuestra gran frontera en el siglo XXI. El problema de nuestra educación pública no es técnico ni político, y por eso no se ha podido ni se podrá resolver con acumulaciones de dinero o de poder como ya se ha probado. El problema de nuestra educación es el problema de la libertad, o más bien, de la falta de libertad. Los alumnos no son libres de elegir sus materias, los padres no pueden elegir el liceo para sus hijos, los docentes no pueden elegir el liceo en qué trabajar, los directores no pueden elegir a sus docentes. Nuestro sistema educativo confunde volumen con profundidad, enseña poco a muchos, recibe a cientos de miles, pero gradúa una pequeña minoría. La doctrina implícita es que el alumno debe adaptarse al sistema o abandonarlo, que es lo que la mayoría termina haciendo en los últimos años de secundaria.

La educación no puede ser la misma para todos porque no es un commodity, no todos tenemos las mismas aspiraciones, los intereses o las mismas capacidades. No todos tienen las capacidades naturales para escribir como Onetti, pintar como Torres García, investigar como Clemente Estable o jugar como Suárez. La gran mayoría necesitamos apoyo para aprender y mejorar, a veces mucho apoyo, y de diferentes formas. Negar esta realidad solo lleva a la búsqueda del mínimo común denominador. Solo la aceptación de la libertad como base intelectual del proceso educativo podrá liberar las energías sociales para superar el estatus quo que ya lleva décadas. Tenemos que poder imaginar un sistema distinto, más inteligente, más flexible, más libre. Debemos brindar oportunidades educativas reales a todos porque no podemos prescindir de ningún uruguayo. El talento está igualmente distribuido, pero no las oportunidades de cultivar ese talento. La riqueza de una sociedad se mide en la cantidad de oportunidades que brinda, no en los recursos que reparte.

Queridos graduados, éste es su momento. Como miembros de la minoría más educada del país tienen una especial responsabilidad en la formulación de una visión más moderna. Uruguay tiene una gran oportunidad. Una nación educada y emprendedora no tiene límites en la era del conocimiento. Pero recuerden que ningún país llega más lejos que su sistema educativo. A la larga, una minoría altamente educada no puede prosperar en un mar de ignorancia. Aspiremos a un Uruguay en donde todos los jóvenes tengan la oportunidad real de educarse hasta el nivel que le permita su esfuerzo y su dedicación. Un Uruguay en donde irse del país sea una opción de aventura personal, no una necesidad económica. Una sociedad en la cual educarse y educar tenga la valoración social propia de un país que mira al futuro. Parece ahora una tarea sobrehumana, pero como dice el Talmud: "la magnitud de la tarea no es excusa, no es tu obligación completar el trabajo, pero no debes desistir".

Recuerden que Uruguay fue, es y debe seguir siendo un gran país y para eso necesita a sus hijos más educados. Triunfen desde Uruguay y hagan triunfar a su país. Busquen su propio camino, pero sepan que ORT siempre será su casa.

Muchas gracias.