Ceremonias de graduación
Ceremonias de graduación

Discurso del Lic. Fabián Wajner

Palabras del graduado de la Licenciatura en Estudios Internacionales durante la primera ceremonia anual de graduación de julio de 2009.

Estimadas autoridades nacionales, autoridades de la Universidad ORT y de instituciones amigas, docentes y funcionarios, compañeros, familiares, amigos todos, buenas tardes.

Agradezco se me haya designado para representar a la Facultad de Administración y Ciencias Sociales, a la cual suscribo en el marco de mi Licenciatura en Estudios Internacionales. Intentaré volcar unas reflexiones acerca del título que tenemos el honor de recibir.

¿Qué recibimos hoy? Como todo título, se trata de un reconocimiento que somos poseedores de un bien. El título universitario es un documento que certifica que poseemos determinados conocimientos, que somos idóneos en el área abordada.

¿Y que valor tiene el título que recibimos? Popularmente, hoy un título es valorado de acuerdo a la universidad que lo expide. ¿Pero cómo se hacía en el pasado, cuando no existían institutos universitarios, ni cátedras, ni títulos? No existía tal método para certificar que una persona había alcanzado un nivel dado, o al menos no existía un parámetro universal: quedaba, pues, a puro criterio del reconocimiento de sus semejantes.

De modo que comencé a cuestionarme qué implican realmente nuestros títulos, y me gustaría compartir con ustedes tres condiciones según las cuales entiendo que estos certificados valen, mucho más allá que una simple hoja o una etiqueta institucional.

En primer lugar, el título tiene valor si sus contenidos están fundamentados en una aplicación práctica. Si con estos nos lanzamos a emprender mejores proyectos y no a esperar que estos nos lleguen milagrosamente. Si se los contempla como un punto de partida y no como un punto de llegada. El conocimiento per se es importante, pero puede acabar siendo falso, inútil, vago, si no se dispone de conexión y coherencia con el mundo real.

En ese sentido, si hay algo que aprendí con la experiencia del premio del Banco Mundial, es que hay que animarse a pensar en grande y a actuar en consecuencia. Todavía recuerdo cuando estaba solo en la habitación del hotel en Bled, Eslovenia, en el marco de la conferencia en la que debimos exponer nuestros trabajos y me pregunté “¿qué estoy haciendo aquí?”. A lo que me respondí: “Tuve la oportunidad de crear, y decidí hacerlo, con todo mi esfuerzo. El resto se fue dando solo”.

En segundo lugar, el título tiene valor si dicha práctica está conectada a una ética, es decir, si se respetan una serie de valores en su implementación. Si adquirimos dichos conocimientos para construir y no para destruir, para crear y no para quitar. Los mayores desastres de la humanidad a lo largo de los últimos siglos han tenidos como cómplices a técnicos, científicos, profesionales y comerciantes, que se vanagloriaban de sus logros universitarios.

Y en tercer lugar, el título tiene valor si dicha práctica, sustentada en dicha ética, tiene por objetivo el progreso en nuestras familias, en nuestras sociedades, en nuestros países, en nuestro mundo; y no tan sólo el progreso de nosotros mismos. No podemos olvidar que así como nacimos con derechos, también lo hicimos con responsabilidades hacia el resto; no es posible que seamos exitosos si algo a nuestro alrededor es un fracaso y nosotros no hacemos nada para mejorarlo.

La Universidad ORT todo ello lo aborda muy bien, pero su tarea llega hasta aquí. A partir de hoy - que recibimos oficialmente el título - darle valor depende tan sólo de nosotros, quienes nos graduamos. De transformar esta hoja y lo que ella certifica en aplicación práctica, en valoración ética, en responsabilidad colectiva. Quiera D´s que ello sea la guía para tantos otros éxitos en el futuro.

Quiero finalmente agradecer a varias personas en mi nombre y en el de mis compañeros por este momento. A la Directora General Prof. Charlotte Grunberg y al rector Dr. Jorge Grunberg, al decano de la Facultad Dr. Gastón Labadie, a nuestros coordinadores académicos en general y en particular a los de Estudios Internacionales, Prof. Javier Bonilla y Prof. Andrés Bancalari, así como a los profesores, tutores de tesis, integrantes de la biblioteca y demás funcionarios. A los propios compañeros, por supuesto, con quienes transitamos este duro pero hermoso camino. Y muy especialmente a nuestras familias, que confiaron en nosotros, y sin los cuales difícilmente esto hubiese sido posible. A todos ellos y a todos los que se hicieron aquí presentes hoy, muchas gracias.