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Dejar una huella a través de la lectura

28/12/2018
Joanna Peluffo, estudiante del MBA de ORT, es cofundadora de #Clubdelectura.uy, comunidad de lectores que hace cuatro años reúne a más de 2.600 personas en Facebook.
Dejar una huella a través de la lectura

Joanna Peluffo tuvo púrpura a los diez años. Hoy, a los 29, afirma que lo que la ayudó a recuperarse en aquel entonces fue Harry Potter.

Para ella, leer es sinónimo de libertad. Es una oportunidad para cuestionarse cosas, generar espíritu crítico, desafiar su intelecto y, sobre todo, es una posibilidad de enriquecimiento. “Todo eso vale tanto para mí que necesito transmitírselo a los demás”, cuenta.

Introducirse en el mundo de fantasía del famoso niño mago le permitió conocer a otras personas igual de apasionadas por la saga con las que pudo intercambiar opiniones. Varios años después, Peluffo mantuvo ese mismo espíritu pero ahora —junto a dos compañeras, Stephanie Campi y Agustina Aguilera— le dio un marco que congrega en Facebook a más de 2.600 personas de las más variadas edades,y una vez al mes se concreta físicamente en el Instituto Nacional de la Juventud (INJU): #Clubdelectura.uy.

Peluffo es licenciada en Relaciones Internacionales y actual estudiante del Master en Administración de Empresas - MBA de la Universidad ORT Uruguay. En esta entrevista cuenta sobre su experiencia y sobre las herramientas que el máster le ofrece para coordinar y expandir los horizontes del club de lectura que cofundó.

¿Cuántos miembros activos tiene el club actualmente?

En las últimas reuniones han ido unas 40 personas. En las reuniones con menos gente llegan a 25 personas.

Tenemos un grupo en Facebook en el que hoy hay más de 2.600 miembros.

Con cada libro nuevo, que se cambia mes a mes, siempre viene gente nueva. De esos 40 que mencionaba, la mitad son los mismos de siempre. Hay un sentimiento de pertenencia muy fuerte como colectivo y apuntamos a eso. Esa mitad es la que siempre te da una mano para las actividades.

¿Cuántos libros llevan leyendo ya en el club?

El club ya tiene cuatro años, oficialmente empezamos en marzo de 2014, y se ha leído un libro por mes. A octubre de este año llevamos, en total, 56 libros leídos.

¿Cuál considerás que fue el que más debate generó?

Te voy a mencionar tres meses seguidos, en los que leímos tres libros muy destacados a nivel internacional.

Lo que leemos es súper diverso, y apelamos a eso siempre. Hablo de diversidad primero que nada por nuestra integración y segundo sobre lo que leemos, porque la idea es salir de la zona de confort. Yo podría vivir toda mi vida leyendo ciencia ficción, pero tengo que jugármela y leer poesía, por ejemplo.

Cuando no se hacían meses temáticos fueron tres meses mentalmente agotadores, porque nos tocó hablar de 1984, de George Orwell; Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Son libros de mucho análisis, que generan debate y cuestionamiento desde el punto de vista político-económico-social.

A esas tres las recordamos como las mejores reuniones que hemos tenido. Siempre buscamos que hablen todos y como todos tienen puntos de vista diferentes, nadie se quedó sin opinar.

¿Cuál es el criterio por el que se rigen para elegir los libros de cada mes?

Instauramos los meses temáticos como una necesidad de poner orden, pero cuando creamos el club, lo hicimos ya con la forma de elegir los libros. Eso sigue siendo igual y es todo muy democrático: se hace por votación en Facebook.

Lo que siempre hacemos es preguntarles a todos qué tipo de temas les gustaría tratar. El criterio de los meses toma en cuenta la opinión de todos. Algunos no leen poesía, entonces pusimos un mes de eso. Otros no conocían autores nacionales y propusimos leer varios. Lo mismo con teatro. En ciencia ficción buscamos salir de lo yankee y apelar a lo latinoamericano. El criterio siempre fue ser diverso.

Nosotras planteamos la distribución de los meses, pero los libros es puramente votación y campaña que hacen ellos. Me acuerdo, por ejemplo, que muchos estuvieron meses convenciéndose unos a otros para que saliera elegida Idea Vilariño y al final terminamos leyéndola porque salió votada.

Para las votaciones los que van a las reuniones tienen más puntos que los que no van, los que hacen actividades extra reuniones también suman más puntos. Es una manera también de lograr ese compromiso que buscamos.

Hace poco cambiaron la forma de moderar las reuniones. Ya no va más el “¿te gustó o no te gustó?”, sino que plantean preguntas o temas al grupo. ¿Se ha convertido más desafiante el hecho de ser coordinadora y moderadora del club?

Sí. Para nosotras el cielo es el límite, de a poco empezamos a crecer en cantidad, en notoriedad y en desafíos que nos planteamos. En los primeros años buscábamos consolidar un grupo de lectores; y lo hicimos. Después fue hacer ruido sobre lo bueno que es leer; lo hicimos y crecimos.

Ahora, el objetivo este año es el interior del país. Ya consolidamos el trabajo en Montevideo, trabajamos con muchos colegios y liceos, pero también queremos estar en el interior.

Precisamente sobre ese objetivo, este año iniciaron una campaña en redes para que la gente comentara en qué lugar del interior estaría bueno llevar al club. ¿En qué está ese proyecto?

Nos empezamos a cansar del centrismo que hay para todo tipo de actividades en Montevideo, entonces pensamos en qué hacer para llegar a varios chicos que nos escribían desde el interior.

Lo que nos pasó el año pasado es que nos invitaron del Centro MEC Parque del Plata, a ir al Liceo 1 de allá. Nos dijeron que creáramos una actividad para hacer con los chicos, que ellos nos ayudaban a trasladarnos —porque no tenemos fondos para la logística—.

Hicimos una actividad de tres instancias a mediados de 2017. Fuimos dos de las tres coordinadoras y estuvimos con los de primero y segundo de liceo en Parque del Plata. Mucho frío, lluvia… Era un salón chico.

Como primera instancia planteamos contar sobre el club, cómo funciona, con el objetivo de que a ellos les quedara el bichito de crear un club. Les dejamos como desafío elegir un libro de la Biblioteca Digital Ceibal, para que nosotros fuéramos en una segunda instancia y lo discutiéramos con ellos. Eligieron Imaginarius, de Marcos Vázquez.

En la segunda instancia, un mes después, sábado 10 de la mañana, no tenían obligación de ir al liceo, estaba llena la sala. Eran más de 25 chicos. Empezamos la charla y los gurises estaban colgadísimos discutiendo y charlando. Cuando terminamos, los chicos nos trajeron unas cajas que tenían tazas con el logo del club de lectura de ellos, LectuParque, y una tarjeta que decía “gracias por enseñarnos el camino”. Fue muy emocionante.

En una tercera instancia conseguimos que el autor de Imaginarius fuera a charlar con ellos al liceo.

Logramos que crearan un club por el mero hecho de ir y hablarles.

¿Pero la idea es que en otras partes surjan clubes de lectura propios, como en el caso de LectuParque, o que se instale #Clubdelectura.uy en otros sitios, como marca?

En realidad nosotros estamos más por la idea de que se generen clubes, una red de clubes asociados a nosotros. No bajo marca #Clubdelectura.uy por un tema de identidad, por lo que vamos manejando y organizando nosotros, y también por un tema de fomentar la autogestión.

Para nosotros es muy fácil ir y mostrarles a los demás cómo se hacen las cosas, pero queremos que ellos aprendan de su experiencia. Eso permite el desarrollo de su creatividad y de sus habilidades blandas, que son tan necesarias hoy en día.

A nivel profesional creemos que podemos ayudarlos a capacitarse en eso. A su vez, hacés que ellos se comprometan con una causa, con una idea. El tema de la causa de la lectura, el hecho de sentirse parte de un grupo. Ojalá yo lo hubiera tenido cuando estaba en el liceo.

La idea es que el club sea un paraguas, pero que sean distintos clubes aliados a nosotros, para que podamos trabajar en actividades en común.

Hacemos todo esto porque forma parte de nuestra vida, porque afecta directamente lo que somos y también lo que genera en la vida de las personas que se suman al club. Hay gurises que han definido profesiones estando en el club, hay otros que a nivel personal han crecido un montón. Una de nuestras coordinadoras era la persona más tímida del mundo y ahora se para frente a chicos y da charlas. Hay un tema de formación, nosotros usamos la excusa de la lectura como herramienta formadora.

En alguna entrevista que les han hecho, e incluso en la descripción de la página en Facebook, insisten en la idea de derribar prejuicios. ¿Cuáles son esos prejuicios?

Los jóvenes no leen, los jóvenes no se organizan, leer es aburrido, leer es para freaks, si no leés libro físico, no vale. Me lo han dicho en la cara.

Son prejuicios que nos sentimos muy orgullosos de derribar. Quizás fallamos un poco en comunicar que lo hemos hecho, pero es parte del aprendizaje de estos cuatro años. Nos estamos dando cuenta ahora de que nos están viendo y por eso tenemos que tener una página web que diga qué hacemos y qué actividades tenemos. Antes era todo solo por Facebook, en el grupo y no teníamos mucha prensa.

Este año ya tuvimos otra trascendencia, porque a partir de diciembre formamos parte de la Legión del Libro, reconocimiento que da la Cámara Uruguaya del Libro. Ahí varios nos quisieron hacer nota y ya conseguimos una base para la segunda convención que hicimos, la Librofest 2.

Antes no nos importaba que no nos consideraran, ahora sí, porque sabemos lo que podemos generar.

En una entrevista para radio Uruguay mencionaste que la diversidad del club, por los distintos perfiles de sus miembros, es lo que lo enriquece. ¿Qué buscás aportar vos con tu perfil de licenciada en Relaciones Internacionales y como actual estudiante del MBA en ORT?

Responsabilidad. En realidad, lo que busco es aportar una visión más crítica respecto a la que a veces los chicos del club tienen en determinados aspectos. También, no sé si es tanto en la lectura, sino que mi aporte más importante es a nivel humano. Es lo que trato de hacer.

Una de las cosas que me pasa cuando me preguntan por el MBA es por qué lo estoy haciendo. Yo lo hago, primero, porque tengo la oportunidad, gracias a la Asociación Latinoamericana de Exportadores de Servicios (ALES), organismo internacional del cual soy coordinadora general.

Cuando se me planteó la posibilidad, mi idea era trascender con las herramientas con las que pudiera contar, es decir, dejar una huella, lograr comunicar lo que me gusta y lo que pueda aprender. Siento que el MBA me da esas herramientas necesarias para liderar.

Si bien es verdad que ya algo te surge de forma innata, considero que el MBA me da esa vista responsable y seria de realmente contar con información y cosas a las que me doy cuenta que no todo el mundo tiene acceso a eso, entonces mi deber es ser responsable, aprenderlas y transmitirlas. Eso lo hago diariamente en mi entorno.

Por eso considero que es una experiencia transformadora, que elijo vivirla con responsabilidad, porque sé que en el día a día, tanto en el trabajo como en el club, logro transmitirla en cada acción.

En el club de lectura, las otras dos coordinadoras empezaron a aprender a gestionar grupos conmigo, a organizar, a liderar, a tener también habilidades blandas, que para mí son imprescindibles y considero que es algo que se tiene que seguir incentivando. También es vital ser críticos y negociadores en muchos aspectos.

Además, el club de lectura para mí es muy importante: poder transmitir lo que yo amo hacer, que es leer, y lo que me genera a mí, y que en un grupo valga lo que digo, y lo que la otra persona tenga para decir, y que eso pase en un grupo que consideran un refugio.

Yo considero que mi rol acá, en la vida, es generar impacto en los temas que creo que son importantes. En el club de lectura hemos podido promocionar e incentivar la lectura, pero también generamos un refugio para personas que a veces la pasan mal y el club es su nivel de expresión.

¿El MBA te está dando herramientas en ese sentido, entonces?

Sí, el MBA te da acceso a conocimientos, a cosas que, por supuesto, en la facultad a nivel de grado no llegás. El MBA te da otro nivel de visión.

Tengo la suerte de estar estudiando y por eso quiero hacer eso, incorporar la mayor cantidad de conocimientos que pueda, para luego transmitirla.

En el club lo que hago es eso, aporto desde las habilidades blandas. No hablo con ellos para que sean analistas financieros, pero sí hablo del trabajo en equipo, de la negociación.

Incluso ayudamos a varios de los escritores del club a generarse una marca, a explicarles lo importante que es que defiendan sus libros y que creen una marca, hacer campañas en redes, son cosas que uno va picoteando para dejar la semilla en los demás.

Al fin y al cabo lo terminaron logrando con Parque del Plata. Toda esta teoría que mencionabas se hizo tangible.

Sí, es eso. Escuchar a los gurises decir “como ustedes nos dijeron, tenemos un nombre, un logo y nos organizamos para leer” es algo que emociona. Si lográs que la gente se cuelgue con algo que les propusiste y que se reúnan a hablar de lo que sea, en este caso libros, con otros, yo creo que nuestro objetivo se cumple.

¿Se puede decir, entonces que como licenciada en Relaciones Internacionales y como actual estudiante del MBA tu objetivo es expandir los horizontes del club?

Exacto. Una de las cosas que nos decían en INJU era que éramos el bastión de resistencia de la lectura, por eso también jugamos mucho este año, en la convención, con ser paladines del libro, porque es necesario defenderlo. Creemos que hay que forjar alianzas para proteger el hábito del lector. La mejor forma es pelear por eso.

Crédito de la imagen: Revista Paula

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