Cerrar una etapa no siempre significa terminar un proceso. A veces, implica tomar dimensión de lo recorrido, reconocer lo aprendido y plantear nuevas preguntas. Ese fue el espíritu del encuentro de cierre del Certificado en Gestión Educativa con énfasis en Liderazgo Transformador.
La propuesta de formación ―impulsada por el Instituto de Educación de la Universidad ORT Uruguay y Fundación ReachingU― tuvo como propósito formar especialistas con las competencias necesarias para la dirección de proyectos y el liderazgo de procesos de cambio y mejora en los diferentes ámbitos del quehacer educativo.
Con la convicción de que el fortalecimiento de los equipos de dirección es clave para transformar la educación, 40 docentes y referentes educativos de todo Uruguay participaron de la primera edición del certificado, que se desarrolló a lo largo de 2025 y combinó reflexión teórica, trabajo colaborativo e implementación de proyectos en contextos reales.
El evento de cierre —realizado el lunes 8 de diciembre— reunió a los participantes en un espacio de intercambio, que incluyó la entrega de certificados y la puesta en común de experiencias y reflexiones surgidas a lo largo del proceso formativo. A través de presentaciones de proyectos y miradas sobre el liderazgo, distintos equipos de estudiantes dieron cuenta de los aprendizajes que ya están incidiendo en las comunidades educativas.
Patios que enseñan
Convertir el patio escolar en un espacio de aprendizaje, convivencia y bienestar fue el punto de partida del proyecto “Patios que enseñan”, implementado en la Escuela n.º 8 de Salto, una institución que recibe a niños provenientes de contextos de alta vulnerabilidad.

“El problema que teníamos era que los patios tenían un uso muy limitado, tanto desde lo pedagógico como desde el espacio recreativo”, explicó Mary Rossi, directora de la escuela. A partir de la propuesta desarrollada en el marco del Certificado en Gestión Educativa con énfasis en Liderazgo Transformador, los estudiantes de la escuela experimentaron nuevas formas de aprender en un entorno más motivador.
Aunque fue un “proyecto bastante ambicioso”, tal como señaló Rossi, la iniciativa resultó ganadora de los Fondos NODO, lo que permitirá ampliar su alcance el próximo año.
“Cuando escuchamos la voz de nuestros estudiantes y de nuestra comunidad, los proyectos que podemos lograr son muy valiosos”, resumió la directora.
Construir liderazgo con otros
La Escuela n.º 9 de Montevideo fue el escenario del proyecto de Adriana Arbiza —directora de la Escuela n.º 67 de Young (Río Negro)—, Lorena Bernedo —directora de la Escuela n.º 9 de Montevideo—, y Ana Junco —directora de la Escuela n.º 60 de Fray Bentos (Río Negro)—.
Se trató de una propuesta basada en la idea de que “a convivir también se aprende”, en la cual uno de los mayores desafíos fue la participación de las familias. A pesar de implementar un buzón físico y un formulario digital para obtener retroalimentación sobre sus necesidades, solo respondieron nueve hogares.

Dicha experiencia hizo reflexionar al equipo sobre la necesidad de fortalecer la comunicación con la comunidad, así como de explicar con mayor claridad el propósito y el valor de su participación.
En ese marco, se organizaron clases abiertas que permitieron retomar el intercambio y reafirmar que el liderazgo pedagógico es una práctica que se construye en diálogo con otros.
Aprendizaje colectivo y corresponsable
Mejorar la asistencia y la puntualidad de los estudiantes de 8.º grado del Liceo Francisco en Paysandú, fue el objetivo del proyecto de Alejandro Pérez, director del centro.
Para avanzar en ese propósito, Pérez explicó que resultaba clave lograr que las clases fueran interactivas y atractivas, para que los estudiantes quisieran formar parte del proceso educativo.

El proyecto implicó desarrollar una propuesta de actualización, fortalecer el trabajo con el cuerpo docente, generar una visión colectiva y consolidar un equipo de trabajo más cohesionado, para distribuir responsabilidades administrativas y avanzar en la construcción de una comunidad profesional de aprendizaje.
“Aprendimos que compartir ese liderazgo con otros no solo es necesario, sino que es sano”, afirmó Pérez, quien agregó que “la educación se transforma cuando el aprendizaje se vuelve una acción colectiva y corresponsable”.
Convertir obstáculos en fortalezas
En la Escuela n.º 119, el proyecto de Laura Grzeszczyk —inspectora de zona de la Jurisdicción de Canelones Oeste—, Andrea Romano —directora de la Escuela n.º 119 de Montevideo— y Ana Cecilia Gómez —directora de la Escuela n.º 88 de Salto— se centró en el desafío de fortalecer las competencias de comunicación y escritura.
En particular, la iniciativa implicó redefinir roles, al destinar un maestro para acompañar los procesos pedagógicos de cada docente de aula, con el objetivo de impulsar una “gestión formal hacia el desarrollo de todo el equipo y la comunidad educativa”.

La experiencia dejó aprendizajes claros: la necesidad de trabajar en equipo, generar acuerdos, mantener una actitud flexible frente a los proyectos, y escuchar a niños y docentes, ya que son los “protagonistas” de los centros educativos.
“Todo puede ser un obstáculo o una dificultad, pero en el desarrollo de un buen líder está la clave para que eso se convierta en fortaleza”, señalaron las egresadas, quienes destacaron que el liderazgo solo se consolida cuando se ejerce junto a otros.
Más allá del tejido
El proyecto “Más allá del tejido” surgió como respuesta al desfasaje en el acceso a la cultura en la Escuela n.º 28 en Capilla del Sauce (Florida): una institución con 89 niños, en una localidad de 1000 habitantes, que se define bajo el lema “hagamos de nuestra escuela, una gran escuela”.

Ximena Amor, su directora, puntualizó que la iniciativa buscó involucrar de forma activa a la familia y a la comunidad en la vida escolar, para que los niños pudieran observar que “aprender no siempre viene de los libros”, así como reconocer el capital cultural que dichos referentes podían volcar en las aulas.
“La escuela se convirtió en un lugar de puertas abiertas”, señaló, debido a que se instaló un centro cultural y se conformó una banda intergeneracional de música, entre otras iniciativas integradoras de “participación y colaboración”.
“La mejora de los aprendizajes se logra porque generamos puentes afectivos, que luego se vuelven efectivos en las acciones cotidianas”, concluyó Amor.
Cuando el recreo también enseña
Transformar el recreo fue el eje del proyecto implementado en la Escuela n.º 3 de la ciudad de Florida, desarrollado por las directoras Elisa Micheltorena y Verónica Fort.
La iniciativa partió del reconocimiento de que los recreos quedaban reducidos a momentos sin intencionalidad pedagógica. “Nos dimos cuenta de que la escuela sí puede transformar esos espacios cotidianos, si los miramos desde el liderazgo y con intención”, indicaron Micheltorena y Fort.

Finalmente, docentes y estudiantes decidieron, planificaron y evaluaron en conjunto, lo que permitió resignificar el recreo como un espacio pedagógico y de convivencia. En pocas semanas, los resultados fueron visibles, con nuevos juegos compartidos, menor conflictividad y una comunidad más comprometida con el cambio.
El proyecto fue el puntapié para una reflexión más amplia sobre el papel del liderazgo que, en palabras de Micheltorena y Fort, “no es una capacidad innata”, sino que se aprende y se construye. Desde esta perspectiva, liderar no implica concentrar decisiones, sino generar las condiciones para “habilitar la participación real”.
Formación que deja huella y proyecta futuro
“Es un gran honor y un orgullo haberlos acompañado en este proceso, y que sean parte de nuestra comunidad educativa”, expresó la Dra. Andrea Tejera Techera, coordinadora académica del Certificado en Gestión Educativa con énfasis en Liderazgo Transformador.

De acuerdo con lo que detalló durante el encuentro de cierre, la propuesta nació con un propósito claro: incidir en las prácticas educativas. Al repasar el recorrido, subrayó el compromiso sostenido de los participantes en cada instancia de formación, así como las redes de colaboración construidas y el clima de respeto que permitió abordar problemas reales y explorar soluciones posibles.
Desde su mirada, las propuestas impulsadas a lo largo de la formación no solo respondieron a desafíos concretos, sino que dialogan con trayectorias e intereses previos, y se proyectan hacia los caminos futuros de los participantes y de sus comunidades educativas.
Realmente es un momento de máxima alegría, porque creemos que los objetivos del certificado se cumplieron.
Andrea Tejera Techera
“El esfuerzo, sin duda, valió la pena”, aseguró la Dra. Denise Vaillant. Con la expectativa puesta en la etapa que sigue, la decana del Instituto de Educación alentó a los egresados a ir por más: “Les deseo que puedan seguir estudiando e investigando. Y, sobre todo, que estos aprendizajes puedan incidir en la mejora y en la transformación de los contextos, que sabemos que son muy desafiantes, pero que ustedes ya están incidiendo en ellos”.

“Entregar formación de calidad es algo que se nota y que hace el cambio en ustedes, que son los actores que realmente van a hacer la diferencia”, manifestó Paula Frizzi, coordinadora de proyectos de Fundación ReachingU. Para cerrar, recalcó el valor de los espacios de intercambio construidos a lo largo del certificado e invitó a los participantes a sostener la red formada, ya que los directores —normalmente— suelen estar “muy solos” a la hora de tomar decisiones.
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